Una semana sin actividad bloguera. Creo que no está mal, aunque sea solamente durante un par de semanas al año, cogerle algo de alergia al ordenador desde el que se suele escribir este blog. Hay que desconectar, lo dicen los expertos, y no se me ocurre mejor lugar que hacerlo en alguno de los casi 8.000 (lo he visto en wikipedia) kilómetros de costa que posee nuestro país. 285 de aquellos pertenecen a la provincia de Cádiz y es allí donde he pasado una semana fabulosa.
Sé que parezco un entusiasta, siempre usando términos positivos y grandilocuentes para hablar de las cosas que me gustan, pero, de verdad, me he quedado maravillado con sus playas, su gente, sus rincones y su luz.
Con los años los lugares que conoces se van transformando en estados de ánimo, las sensaciones que guardas de cada lugar te producen sensaciones que van desde los estresante a lo más relajado y, salvo porque en algunos momentos me sentía el Pato Donald con sus tres sobrinitas, Cádiz me lleva al más absoluto relax. No era mi primera vez, pero si ha sido mi período más largo de estancia allí y lo he disfrutado al máximo.
Yo, que con los años me he vuelto más de «secano», es decir, de bañarme poco en piscinas y mares, me he desquitado a lo bestia pues yo creo que no pasaba tanto tiempo metido en el agua desde los 12 años. El océano atlántico no estaba tan frio como cabía esperar, pero tampoco era una sopa, tenía (supongo que sigue teniendo) la temperatura ideal para darse un baño largo acompañado de olas que llegan a tirarte, pero sin las que sería más aburrido darte un chapuzón. Nunca lo hacía solo, siempre con mis sobrinas cerca recordándome que no me hiciera heridas porque si no atraería a los tiburones. Anda que no me he reído con las ocurrencias de las tres chicas que me han acompañado estos días, tío Maxi para arriba, tío Maxi para abajo. Una gozada.
Sobrina: Tio Max..eh, digo Musication ( Musiqueishon) ¿te bañas conmigo?
Yo: ¿Cómo me has llamado?
Sobrina: Musication, porque siempre estás oyendo música
Aunque me quedan cosas por conocer, sobre todo del interior de la provincia, me encanta el contraste de sus playas. Muy familiar y llena de servicios es La Barrosa. Perteneciente a Chiclana, tiene el típico ambiente familiar de buen rollo. Una zona con casas bajas y no torres, servicios de todo tipo, infraestructura playera de primer nivel y bastante gente. Tengo que decir una cosa: ME ENCANTA LA GENTE, yo soy muy «pueblo», en el sentido amplio de la palabra. Si, a mí me gusta ver playas con gente y sonrío cuando oigo a la gente gritarse unos a otros eso de ponte crema, pásame la cerveza, Jaimito ponte los manguitos o no os metáis en el agua que hay que hacer la digestión. Lo bueno que tiene la Barrosa es que, sin dejar de ser una playa de las bonitas, anchas y con arena blanca, tiene todas las comodidades de una pequeña ciudad como algo tan básico y fundamental para mí como es comprar un periódico.
En el Novo Sancti Petri están los hotelazos y las grandes urbanizaciones, todo muy chic. Estando prácticamente pegada y siendo de hecho una pista más de la amplísima playa anterior, es una zona bastante más tranquila. Aquí encontramos relajación, familias y chiringuitos, pero ya vemos un tipo de espacio más virgen, menos explotado. De allí saltamos a Conil, que esta vez no he pisado, y al Palmar, Zahora, Caños de Meca…todo muy hippie-chic y con kilómetros de playas de las llamadas «vírgenes». Famosas por el ambiente, hay quienes las definen como «perroflauticas» y, para que engañarnos, haberlos los hay, pero no desmerecen en absoluto lo maravilloso del lugar. Los que están acostumbrados no las verán así, pero a mí me gusta ese espíritu de libertad que es difícil encontrar en otros lugares. No conozco Ibiza, pero hay quienes dicen que en rincones de la misma isla encontramos el mismo tipo de ambiente.
Justamente en esa zona tan flowepower disfrute de dos amenas cenas que me gustaría repetir, una de ellas en uno de los lugares más bonitos que he conocido en nuestras costas. Si, porque el rincón donde se encuentra Sajorami Beach, en Zahora, Caños de Meca, está para mí a la altura de otros tan estupendos, salvando las distancias, como Cadaqués en Girona o Bayona en Vigo. Tiene un encanto especial y se nota porque son muchas las personas que cada día van allí a disfrutar de una espectacular puesta de sol. Nosotros llegamos cuando el sol ya llevaba puesto un rato, je je je, pero cenamos fantásticamente bien en un lugar que no me cansaré de recomendar, un auténtico paraíso. Visitad el link que os he dejado para comprobarlo.
¡Con lo que me gusta a mí el atún y comer pescado bien cerquita del mar! Muy recomendable, de verdad dejarse caer por allí, aunque es mejor ir con algo de tiempo porque se pone hasta arriba de coches antes de la puesta de sol. Después de la cena, me llevaron (yo no conocía nada por allí) a tomar una copa a La Jaima, en Caños de Meca. Como ya estoy harto de adjetivos positivos os invito a que miréis el enlace de TripAdvisor para descubrir el lugar. No tengo palabras.
Viva Caí
Bueno sí que me quedan, ¡pero para la segunda parte quiyo!