Yo: El agua de mar tiene un montón de propiedades, en esta época salen los típicos reportajes que lo comentan.
Un «Indeseable» : Ya, pero no sirve para adelgazar.
Esa ordinariez me fue soltada así, sin ningún aditivo, mientras me daba un tranquilo baño y tras la cual en mi cabeza se visualizó una morsa en bañador de rayas hinchada de boquerones fritos. Es lo que tienen las vacaciones en familia: ¡Los niños engordan! no, ellos no, engordan los adultos que los rodean porque claro ¿quién dice que no a una galleta de chocolate para desayunar cuando ve que sus sobrinos se toman hasta 3? Me metí en la boca una de esas que tienen forma de dinosaurio, recubiertas con chocolate blanco y nada más dar el primer mordico intuí el billón de calorías que estaba ingiriendo. Así no se puede lucir ni palmito ni nada, en fin, volvamos a las playas de Cádiz.
Para ver, al fin, la ansiada puesta sol fuimos a la de Sancti Petri, frente al islote en el que se sitúa el famoso castillo. Se trata de una bahía sin apenas olas y que sin ser tan espectacular como las demás playas, resulta muy visitada por su mar en calma ideal para el baño de los más pequeños. La arena no es tan fina y hay piedras, además el mar en calma resulta más soso para el baño, pero lo que más me llamo la atención es esta estatua que está a la entrada del antiguo pueblo, ya abandonado, que se situaba junto a esta playa.
Se trata de una representación de Hércules obra del artista Mario César de Las Cuevas que se puso allí en enero de 2010. De más de tres metros de altura, señala en dirección al islote del Castillo, donde en la antigüedad había un templo de Merkalt. No es que tenga la mente sucia (que también) pero lo primero que me hicieron mirar fue cierta parte de la estatua que deja al David de Miguel Ángel a la altura del betún en cuanto a dotación. Los ojos como platos, amplíen, amplíen, miren, miren, y verán de lo que hablo.
Allí, en Sancti Petri viví el momento chiringuito más especial de la semana. Aunque la primera elección era El Bongo, uno de los famosos de la zona, yo me fui directo a El Apretaíto, un chiringuito que creí cubano pero que descubrí que era dominicano. Pedí un mojito, pero el amable señor que estaba detrás de la barra insistió que probara la piña colada, que estaba realmente espectacular. En ese momento, en bañador, chanclas, bebidas tropicales y comienzo del anochecer va y suena esto…
Y claro, me dije a mi mismo, algo tan perfecto solo puede ser...¡Un anuncio de la junta de Andalucía! os prometo que solo faltaban caballos corriendo por la playa, muy fuerte. Allí, entre amigos y familia pasé una tarde inolvidable con una puesta de sol espléndida. Las imágenes hablan por si mismas.
Pocas cosas pueden mejorar una tarde así, pero todavía quedaba un plato fuerte para acabar la semana, cenar en Cádiz ciudad. Segunda vez que la visito, pero siendo otra vez por la noche me dejó con ganas de mucho más. Promete mucho la pequeña isla de la que solo pude ver una parte. No se me escapará y la próxima vez prometo que la recorreré bien recorrida. La casualidad quiso, que raro, que otra vez en una capital andaluza me tropezara con una procesión, concretamente de la Virgen del Carmen, que volvía a «su casa» después de haber pasado unos días en la Catedral.
Ya veis lo bien que lo he pasado en solo una semana en la que he aprovechado para descansar, leer, estar con la familia y ponerme como una morsa. Gracias a todos los que han hecho que esto sea posible. Volveré, sin nada lo impide, a finales del mes de agosto.
Viva Caí, pisha