Este blog se llama las zapatillas de Maxi por algo. Mi primera foto de zapatillas en bastante tiempo sirve para abrir una nueva entrada sobre paseos urbanos. Espero recorrer, mas pronto que tarde, muchos kilómetros de calles con ellas.  

Estas zapatillas de Nike, que aparecen en el logo de este blog, son un clásico. Creo haberlas usado en todos los colores, pero este azul es mi favorito.

En estos días, como habéis visto en la entrada anterior, he podido disfrutar de La vida breve, célebre opera de Manuel de Falla cuyo título me sirve de ejemplo para ilustrar la brevedad que ha supuesto la vuelta de una aparente normalidad ¿? a las calles de Madrid después de la época estival.

Una vuelta por la ciudad nos la mostraba días atrás más animada pero la cantidad de locales que se encuentran vacíos nos permite hacernos una idea de la que está cayendo. No soy cronista de la actualidad ni tengo la información necesaria para disertar o comentar de un tema sobre quien más o quien menos tiene ya una opinión. Madrid, una ciudad abierta, libre, cosmopolita y tolerante, volverá a lucir radiante, no me cabe la menor duda.

Las ciudades vacías son ciudades muertas por lo que no he querido reproducir ni una de esas fotos, magnificas todas, que mostraban una idílica Madrid desierta que yo mismo pude comprobar, con algo más de gente, a finales de junio. A resultas de un paseo en los últimos días de septiembre, una de mis amigas me pidió el itinerario y no se me ha ocurrido mejor manera de homenajear a la ciudad que plasmarlo en esta entrada.

Empezaremos en la glorieta de Quevedo, a la que podéis llegar con la línea 2 de metro. Un cita del celebre escritor nos pone en marcha.

“Ninguna cosa despierta tanto el bullicio del pueblo como la novedad”

Es un paseo de unos cómodos 5,5 kilómetros en los que nos encontraremos de todo. La calle Fuencarral, por lo menos hasta que se hace peatonal, es testigo de los estragos que está suponiendo la pandemia. Hay locales cerrados, mientras otros viven con aforos reducidos y horarios limitados. Han abierto un Ale Hop muy grande, una de esas tiendas que venden todo tipo de gadget, y pronto habrá, que pena, un supermercado donde estaban los cines Roxy, pero el Cine Paz está cerrado temporalmente y un café con encanto que había en una calle próxima tiene pinta de no volver a abrir.

En ese tramo, a la altura del 134, está la entrada a la calle Alburquerque y aunque muchas veces he escrito sobre la librería que viene a continuación, no tenía un recuadro amarillo dedicada a ella ni estaba aún reseñada en la lista inferior con las librerías que voy comentando.

Atom Cómics
c/Fuencarral 134 + c/Fernán González 14. Madrid. www.atomcomics.net

Sus dos sucursales se han convertido en mis librerías de referencia en lo que a cómics y novela gráfica se refiere. Tienen también novelas convencionales y un nutrido catalogo de lecturas para niños, aunque yo voy siempre a por las novedades gráficas. Tanto me gusta estar por allí que a veces entro incluso por inercia. Hasta a quienes no les gustan los comics ven en las tiendas especializadas un lugar fantástico que yo considero, además, uno de encuentro con otros aficionados al género.

Eso es lo que más me gusta, visitar la librería para establecer divertidas conversaciones sobre cómics, sobre lo que se está publicando o sobre lo bien o mal que lo hacen las principales editoriales. Divertidos debates hemos tenido sobre Batman: La Broma Asesina o por el hecho de que yo haya descubierto a La Patrulla X fuera de tiempo ya que cuando todos estaban embobados con ella yo era fiel a los muy blancos Vengadores. Es, al fin y a cabo, parte de lo que tiene que ser una librería, un punto de encuentro entre quienes comparten gustos. Un lugar donde no te sientes un bicho raro por leer cómics (por muy de moda que se haya puesto en la actualidad gracias al cine).

Seguidlos en Instagram y redes, ya que las recomendaciones que hacen de lecturas son para todos los gustos. No solo el cómic de superhéroes es el protagonista, novela gráfica más sesuda, recomendaciones para los peques de la casa o mangas para todo tipo de público son muchas de las cosas que nos proponen como entretenimiento.

Cómo recomendación de algo comprado en la tienda, tendría muchas, he estado tentado por incluir La Broma Asesina o Watchmen, con las que tanto nos hemos reído, pero me quedo con un cómic que no ni de lejos el mejor, aunque tiene un contenido nostálgico incontestable: la adaptación de la película de Batman de 1989 que yo mismo recomendé en el Instagram de Atom.

Batman 1989. Adaptación de la película de Tim Burton.
Dennis O’Neill y Jerry Ordway.
DC cómics publicado en España por ECC.

Sigamos caminando por Madrid, hagamos la calle Fuencarral entera sin perdernos los detalles, como el quiosco de prensa La Cabra, llegando a la glorieta de Quevedo, el único que conozco con cuenta de Instagram propia, música de ambiente, he visto hasta café y un mensaje motivador para aquellos que pasan por delante. Es un quiosco diversificado de una manera diferente a otros que hay por el centro vendiendo souvenirs, entre revistas y periódicos, en la cabra encontramos pendientes, bufandas, sombreros o collares. Lo compartiré con el chico que el último día que estuve en Madrid me vendió el periódico y la Cinemanía para que sepa que sus mensajes arrancan sonrisas cuando aún tenemos legañas en los ojos.

Como ya comentaba, la calle Fuencarral hasta que se convierte en peatonal muestra un aspecto desolador. Han cerrado el Vips y el Starbucks además de una antigua sidrería asturiana, La Camocha, que servía de punto de encuentro inicial para grandes noches de marcha por la zona, una pena.

Hagamos un alto en el camino, estamos en pleno Malasaña, el set de rodaje de una de las series del año, XHOXB de HBO. Los 10 capítulos de poco más de media hora que cuentan como dos chicas de Parla, población en la periferia sur de Madrid, viven en el barrio más hípster de la capital. He llorado de la risa pegándome un maratón en el que me he encontrado con muchas cosas que ya pensaba. Una serie de Manuela Burló Moreno protagonizada por Marta Martín, Saida Benzal, Itziar Castro y Brais Efe que ha sido una de las sorpresas de la pandemia en las plataformas.

Es un producto local que disfrutaran especialmente los que conocieron, como es mi caso, la Malasaña de antes, la de los 80 y principios de los 90, muy alejada de lo “cool” que es en la actualidad. Una comedia que tiene en la elección de las protagonistas un acierto y que clava algunas de las, algo exageradas, tontas situaciones que se pueden encontrar en el céntrico barrio de Madrid.

Me he encontrado, como ellas, también gente que me ha acusado de disfrutar mucho la zona sin vivir allí (“¡qué sabrás tu sino vives el Madrid! ¡qué sabrás tu que solo vas los fines de semana!), sin importar que estoy en Madrid todos los días o que he vivido en la ciudad cerca de 20. También he visto a la gente hacer colas de horas para algo tan raro como comer un plato de cereales con leche de colores y coincido con las chicas en que después de pasar horas por allí no te hace falta ir Disneylandia.  

Con todo es una comedia que, como ya he dicho, exagera determinadas situaciones, pero también sirve de crítica para la voraz gentrificación del centro y cierto elitismo clasista que hay respecto al sur de la capital. Tiene muchos puntos y sus momentos álgidos son, no podía ser de otra manera, las dos fiestas que sirven para mostrar dos de las muchas realidades que se pueden encontrar en la capital.

Sigo siendo, pese a sus defectos, un defensor de Malasaña, de sus luces incandescentes, de sus sillas dispares y de su ambiente bohemio aún siendo este muy impostado. Algunos de mis locales favoritos está por allí, todavía se puede cenar decentemente sin que te saquen los ojos y encontramos cosas que no se dan en otros puntos de la ciudad. Mil gracias a Rubén, que podría ser un personaje más de la serie, que me la recomendó.

Sigamos con nuestro paseo. Podría haber optado por meterme por San Joaquín, encontrarme con H y con Belén, tomar un vino en Tipos Infames (que no tiene aún cuadro amarillo, pero lo tendrá) y llegar a mi objetivo por las Correderas alta/baja de San Pablo, pero las zapatillas que abren esta entrada estaban en una tienda próxima a Gran Vía, así que seguí por la calle que, desde el Museo Municipal y su puerta churrigueresca, recupera algo de la alegría pre-covid.

No me detendré en Gran Vía, que solo recorrí en un tramo para ver que ambiente se respiraba , y seguiré por Montera hasta Sol, que tiene la tienda de Apple cerrada y que está irreconocible con tanta tranquilidad. Hay algo de menos cola en la Mallorquina (¡Qué napolitanas y palmeras!) y se ve algo de gente ya comprando Lotería de Navidad. Subiremos Carretas hasta la Jacinto Benavente, giraremos por Concepción Jerónima, luego por Conde de Romanones y después por Colegiata porque mi objetivo es llegar a la calle Segovia.  Os comento que este trayecto merece la pena hacerlo mirando, de vez en cuando, al cielo, pues hay puntos en los que se ven perfectamente las grandes cúpulas de San Isidro, San Andrés, San Francisco El Grande o La Catedral de la Almudena.

Llegamos a Puerta Cerrada, donde está la mítica Fontanilla y nos metemos a callejear un poco por el Madrid de los Austrias antes de bajar por Segovia. Recomiendo la calle San Justo, que nos lleva hasta la Plaza de la Villa, para ver la fachada de San Miguel o perderse algo por las calles y pasajes como El Cordón o El Conde antes de llegar a la calle Segovia desde una escalinata que luce bonita a cualquier hora del día.

Bajar la calle Segovia es como cambiar de ciudad. Su acera estrecha no nos permite más movimiento que caminar de frente y mirar el impresionante viaducto, también llamado puente de los suicidas, una de las muchas postales que tiene la ciudad. Levantado en 1930 sirve para salvar el desnivel que provoca en la calle Bailen la de Segovia. Aparece en películas como Los amantes pasajeros (Pedro Almodóvar) o La virgen de agosto (Jonas Trueba) y celebro no encontrar una lista que alimente la morbosidad comentando quienes se han despedido de la vida allí.

Justo debajo encontramos el escudo más antiguo de la capital datado el siglo XVII. Tuve que buscar en internet que era ese monumento adosado a lo que antes era La Casa del Pastor. El viaducto tiene a sus pies una de las zonas verdes con más encanto de la ciudad. Recomiendo caminar por dentro del parque Atenas que en otoño tendrá un color espacial y girar la cabeza de tanto en tanto para ver una de las mejores perspectivas de la Catedral de la Almudena.

Ya en al Madrid Rio tenemos a un lado de al calle a La Riviera, una sala de conciertos que no será la mejor de Madrid pero en la que he vivido conciertos memorables como los de Miss Caffeina, Fangoria, Scissor Sisters o Rick Astley y al otro, vaya parece una señal, La Ermita de la Virgen del Puerto que da nombre al paseo y que debe ser uno de los edificios que más ha ganado en visibilidad desde el soterramiento de la ¿alguien se acuerda? M-30.

En ella hay una placa al primer Marqués de Vadillo, Siglo XVIII, que siendo corregidor de la capital, tuvo como empeño personal levantarla. Es de estilo barroco y lo que se puede ver hoy es una reconstrucción porque fue totalmente destruida durante la guerra civil y se volvió a levantar en 1945. La antigua carretera de circunvalación la tenía algo oculta mientras que hoy luce como una de las joyitas de ese enorme parque que es el Madrid Rio. Si la encontráis abierta, merece la pena entrar.

Desde allí hasta la estación del norte, hoy un intercambiador de transportes con un centro comercial (Príncipe Pío), hay un agradable paseo en el que encontramos el acceso a los Jardines del Campo del Moro, los jardines traseros del Palacio Real que todo madrileño debería tener la obligación de conocer. Entrar no cuesta nada, está muy cuidado y aunque es relativamente moderno, principios del XX, en el que uno se siente como antiguo noble recorriendo sus caminos. Es junto a los Jardines de Sabatini y la Plaza de Oriente, uno de los tres recintos verdes que rodean al Palacio y el único de los tres que no había pisado jamás.

Me encontré allí con patos, pavos reales y una terracita donde tomar un refrigerio frente a un marco incomparable. Cuesta creer que un paraíso así se encuentre tan en el centro de la ciudad. Nuestro trayecto acabará en la Plaza de España a la que llegaremos subiendo la cuesta de San Vicente hasta las obras que la están remodelando. Hoy todo aquello es algo aparatoso y la pandemia ha hecho que tráfico no sea el normal pero cuando quede acabado el proyecto de unir el parque de oeste, la plaza y el entorno del Palacio Real, se podrá andar en un entorno natural recorriendo varios kilómetros. Será espectacular porque todas las zonas verdes quedarán mas o menos conectadas.

La cadena Rui ha ocupado finalmente ¡menos mal! El edificio España manteniendo su arquitectura. Parece mentira que hubiese quien, en favor del progreso, quisiera derruirlo. Se inauguró en 1953 y fue entonces el edificio más alto de Madrid. Durante años ha estado degradado y figura como una de las señales más inequívocas, junto a su vecina Torre de Madrid, de la ciudad. Sencillamente no concibo Madrid sin él y me alegro de que vuelva a tener actividad, aunque esta sea un hotel de cuatro estrellas que, como todos, estará viviendo horas bajas estos días de cierre.

En la azotea hay una terraza, Sky Bar 360°, que se desde el año pasado forma parte de las imprescindibles rooftops que se encuentran en el centro. Es llamativo que se hayan tardado tantos años en encontrar el cielo de Madrid, pero más vale tarde que nunca. No teniendo las 4 Torres Business Area (pronto serán 5) un lugar para el ocio en las alturas, esta es probablemente la terraza más alta de la ciudad y desde allí se obtiene una imagen que hasta ahora era inédita para el común de los madrileños.

Cuesta 5 euros subir antes de las cinco de la y 10 euros después, pero merece la pena hacer el esfuerzo y subir. Arriba los precios no son populares, pero ya no sorprenden y son algo más bajos que los de otros locales del mismo estilo. Algo que juega a su favor, sin contar con el espacio ni con esa pasarela trasparente de 117 metros de altura que cuesta cruzar, es la amabilidad de sus empleados. Lejos de tratar con superioridad o dárselas de sitio exclusivo, el trato es amable y simpático, desde el que te permite subir hasta el camarero que te sirve un Spritz o una riquísima cerveza Cibeles.

Alguien podría decir que cobrándote 10 euros no podría ser de otra manera, pero es un argumento que podría desmontar con facilidad. Hay otras que cobran y que no parecen tan contentos de recibir visitas o que, lo peor, situadas en lugares públicos tienen unos precios absolutamente desorbitados. Creo que no me equivoco si ésta y la del Hotel Emperador son las que más me gustan de la zona y eso que hay, por lo menos otras 8, donde elegir.

Gracias por quedarte con nosotros y por saludarme cada día a volver de trabajar. Edificio España

Pues aquí acaba una entrada como las de antes, en esas en la que metía de todo y mezclaba churras con merinas. Espero que os hayan inspirado y, quienes puedan, opten por recorrer las calles de mi ciudad favorita, y tomo prestada la expresión, del mundo mundial.

Escribo esto mientras Madrid entra en estado de alarma. Todos lo sitios que he visitado cumplían escrupulosamente las medidas de seguridad y me he movido por la ciudad y su transporte publico con mascarilla, un pequeño bote de gel y sintiéndome siempre a salvo. Cuando publique esto quedarán aún dos semanas de restricciones, esperemos que pasen pronto y todo vuelva a ser como antes. Ya lo decía Sabina, ese que canta.

Allá donde se cruzan los caminos
Donde el mar no se puede concebir
Donde regresa siempre el fugitivo
Pongamos que hablo de Madrid

Y ahora….¡un chotis!

¡Viva Madrid!

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