Hoy es el día de las librerías y no podría elegir mejor día para publicar una entrada sobre mis últimas e interesantes lecturas. Aprovechad que es viernes y visitad algunas de ellas, es uno de mis planes favoritos de un viernes tarde.

Notarán mis lectores fieles que Robin (cumple 80 años en 2020) sirve de sustituto de mi inseparable (se ve que no tanto) Cosmonauta habitual que debe andar perdido entre alguna de las pilas de libros que tengo aún por leer. Yuri….¡Vuelve!. Otro que me ha fallado es mi habitual corrector ya que de tanto leer lo mismo no me doy cuenta de los errores y siempre pido una segunda opinión. Sed benevolentes, los resolveré, de haberlos, cuanto antes.

Ensayo, novela, música y, por supuesto, una nueva librería que añadir al listado que para eso hoy es su día.

La guerra de los pobres
Eric Vuillard

Novela
Tusquets
2020
95 págs.

Brevísimo relato leído en una tarde y que es tan corto como intenso. Situado en los oscuros días que pusieron fin a la edad media y al feudalismo, el escritor escoge un conflicto en 1523 entre campesinos y príncipes para mostramos el A-B-C de todas las revueltas sociales desde la edad media hasta el mes pasado.

Me ha servido para saber lo que supuso traducir la Biblia al inglés, dar misas en alemán o conocer las primeras pretensiones de igualdad de derechos. El hilo conductor es el predicador alemán Thomas Müntzer (1489 – 1525) que con sus palabras incendió al pueblo en contra de las élites.

Interesantísimo, breve e intenso. Muy recomendable.

Otros libros leídos del mismo autor: 14 de julio.

De qué hablo cuando hablo de escribir
Haruki Murakami

Ensayo
Maxi Tusquets
2018 (editado originalmente en 2015)
296 págs.

Interesante ensayo que explica porque jamás seré escritor. Murakami nos acerca a su figura para explicarnos su nacimiento como novelista y lo que para él ha sido imprescindible para ser uno de los grandes nombres de la literatura contemporánea. (uno cruzaba los dedos el mes pasado a ver si le daban ya en Nobel, tendremos que esperar)

Es una forma tan valida como la de cualquier otro escritor que se pusiera a disertar sobre como ha llegado a serlo. Se puede estar de acuerdo o no, pero podemos extraer hábiles consejos que ayudaran a quienes se estén enfrentando a su primera novela o tenga intención de hacerlo. La metodología, las horas en las que hacerlo, las compatibilidades con otros trabajos o su estado mental o físico (es un runner el japones) es parte de lo que nos muestra en su camino hacia el éxito.

Cómo empezaba este comentario, a mi me ha ayudado a saber que nunca tendré los arrestos para escribir, por muy tarde que hayan empezado otros grandes escritores a hacerlo. Para incondicionales del escritor y escritores en ciernes, no es el libro de Murakami que recomendaría leer para un primer acercamiento.

Otros libros leídos del mismo autor: Tokio Blues – Norwegian Wood, 1Q84 y La Muerte del Comendador.

Todo Mafalda
Quino

LA historieta
Lumen
Recopilación realizada en 2007
660 Págs.

El miércoles 30 de septiembre no dejó para siempre uno de los ilustradores más importantes en lengua castellana y, en opinión de muchos, de todas las lenguas. Por supuesto, su fallecimiento fue una importante noticia y primera plana en nuestros periódico sin distención ideológica. Las crónicas y obituarios del aquel jueves 1 de octubre (corrí a comprar los periódicos en papel para poder leer con tranquilidad todas las alabanzas que le proferían) coinciden en situarlo como una figura irrepetible y de referencia, un Pope de la ilustración.

El personaje más famoso creado por Joaquín Salvador Lavado Tejón, Quino, fue Mafalda, esa niña que se cuestiona el mundo que la ha visto nacer y que siente la misma pasión por The Beatles que odio por la sopa. Por la importancia que Mafalda ha tenido en mi desarrollo como lector y porque me ha acompañado toda la vida, quería dedicarle un rincón en este espacio sin hacer un panegírico sobre el dibujante, sino sobre lo que su obra ha significado para quien esto escribe.

Mi primer recuerdo de Mafalda son esos cuadernillos de colores que estaban muy presentes en mi casa desde que yo era niño. Mafalda no era para críos, salvo en algunas tiras más blancas y de humor mas o menos simple, las referencias que se mencionan en sus historietas están destinadas a un público adulto y con espíritu crítico. Carcajeaba con el tema de la sopa o las ocurrencias de Guille, pero se me escapaba el existencialismo de Miguelito (mi favorito con los años) o las reivindicaciones de la pequeña (¡qué metafórico!) Libertad.

Con los años he ido percibiéndola de otra manera y volviendo a leerla estos días la encuentro encantadoramente subversiva. El mundo no ha cambiado tanto en 50 años, la tecnología nos ha revolucionado pero los problemas sociales y de entendimiento no se han resuelto y la desigualdad y la confusión siguen hoy muy presentes. Lo sorprendente es que los idealistas como Felipe casi han desparecido o son ninguneados y, aún más, que sigan existiendo tantas Susanitas, el personaje del que cuesta pensar que alguien tome como referencia.

Me ha sorprendido que me dijeran que Mafalda era de cuando yo era pequeño. Ella y sus amigos dejaron de aparecer en tiras nuevas en 1976 y yo empezaría a leerlas, recopiladas, 12 años después y hoy me ya parece atemporal. La infantilización y apropiación de los personajes que se hizo en los años 80, cuando se imprimían en pijamas, camisetas o pegatinas con la bandera de España para ponerlas en el coche, darían mucho dinero, pero hicieron poco favor (lo mismo que a los pobres Snoopy y Carlitos) a la obra en sí y hay algunos que han colocado estas historietas en un lugar que no le corresponde, como si fuera, yo que sé, por supuesto con todo mi respeto, Tintín, que me encanta pero que es para todo tipo de lector.

Me apenó la muerte de Quino, una tristeza autentica, siguió trabajando con éxito desde la última historia de su personaje más conocido, pero es a este a quien han recurrido en todos los homenajes. Poco a poco iré reuniendo su obra porque es un poco un espejo de los tiempos que nos han tocado vivir.

Con su carácter, su espontaneidad, su curiosidad por el mundo que la vio nacer, Mafalda no lo iba a tener fácil. Es duro admitirlo, como ya lo hizo su creador en alguna conversación que he leído, pero el cariz de los acontecimientos que asolaron el país Austral a finales de los años 70 se la habría llevado por delante y hoy sería una más de la lista de desaparecidos de aquella masacre. De haber sobrevivido tendría la misma legión de seguidores que de haters en Twitter y se hubiese hecho íntima de Greta Thunberg.

Creo que he mencionado a todos los amigos de Mafalda, sólo me he dejado a los padres, ejemplo de otra época, y al inefable Manolito, al que hay que querer dentro de su inocente bestialidad siendo un personaje que, como Susanita, es fácil de encontrar en varios ámbitos de nuestra sociedad. Como comentaba más arriba, los cuadernillos de colores, que aún se pueden encontrar, nos ayudaron a muchos a conocerla y fuimos varios los que los rescatamos el pasado 30 de septiembre.

Hace años compré una bola del mundo inflable que tengo colgada en la escalera desde hace tiempo. Cuando algo malo pasa la busco, y como hacía Mafalda, me dan ganas de tomarle la temperatura o ponerle una curita (los gallegos no sean vagos y búsquenlo).

Por favor, lean Mafalda, es altamente recomendable.

El Regreso de Abba
Marc Ros

Novela
Suma de letras
2020
361 Págs.

Abba es una cantante con un trágico pasado, Hugo un inadaptado que se ha convertido en una estrella de rock y Domenech un fotógrafo que se encuentra en un momento decisivo de su vida. Los tres se encierran en el encantador pueblo de Cadaqués, los cantantes para materializar una colaboración más consistente después de un éxito en común y el fotógrafo para inmortalizar ese momento en un documental.

El cantante del grupo Sidonie nos descubre en la novela lo dura que puede resultar la elaboración de un nuevo disco y de los demonios a exorcizar en el proceso de grabación. Ni una cursilería se permite Marc Ros en esta primera novela que me ha parecido muy fresca, fácil de leer y que te deja enamorado de tres personajes geniales.

Es uno de esos libros como para quedarse a vivir en ellos. He tenido la suerte de conocer Cadaqués y visitarla en varias ocasiones en los primeros 2000 cuando el boom turístico no había hecho demasiada mella en ella. Estuve hace 4 años y seguí encontrando no solo el pueblo más bonito de La Costa Brava, sino uno de los más bonitos de todo el territorio español. Que la novela este ambientada en este pueblo, con su espíritu bohemio, es uno de los aciertos, porque los personajes encontraran en sus calles, calas y bares la inspiración necesaria para intentar ser no sólo mejores artistas, sino mejores personas.

No se si es intencionado o no, pero desde la portada la novela es una oda a la libertad creativa que nos hace reflexionar hasta que punto nos anulamos para no desentonar, para no ser la nota discordante cuando a lo mejor serlo es nuestro mayor talento. 

“La ironía es que, mientras la sociedad del siglo XXI se desesperaba buscando personas creativas en las empresas, en las ciencias, en la política o en cualquier otro campo, apenas las había porque habían sido asesinadas por el sistema educativo “

El libro es un complemento ideal del disco del mismo nombre que acaba de lanzar el grupo que ya rebasa los 20 años de existencia y es uno de los imprescindibles de la música, independiente o no, de nuestro país. Personalmente me encanta y me llena de color en estos tristes días de aperturas y cierres. Infinitas gracias, ellos ya saben, a quienes me descubrieron a Sidonie hace ya muchos años.

Lo dicho, me quedaba a vivir en el libro, en las noches de Cadaqués, en las cuerdas de la guitarra de Hugo, en los viajes de Abba y en cada calada de Domenech.

Los europeos
Orlando Figes

Ensayo
Taurus
2019
667 págs.

¡Qué difícil es enfrentarse a la última página de un libro que te ha gustado tanto que no te lo querías acabar!  Y no me ha pasado con una novela negra sino con un ensayo sobre la cultura europea y su evolución en el siglo XIX. No recuerdo haber estado tan entusiasmado leyendo algo en mucho tiempo, por eso necesitaba compartirlo en todo momento. Cada descubrimiento, cada dato o cada aparición eran susceptibles de ser comentadas con el primero que tuviese cerca o en mis redes sociales. En el caso de que alguien vaya a hacer un club de lectura sobre él ¡qué contacte conmigo!

El libro se vale de la vida de tres personajes, Louis Viardot (escritor y divulgador), Pauline Viardot (soprano) e Iván Turguénev (escritor) para contarnos cómo en el siglo XIX y gracias al ferrocarril, los libros, la pintura y la ópera se consiguió una identidad cultural propia en el continente. De lo que Rusia y su sociedad feudal, la unificación de Italia, la de Alemania o el predominio francés de Napoleón III supusieron para lo que hoy, los que vivimos en ella o no, entendemos que significa la cultura europea.

Los tres personajes escogidos, un triangulo curioso en más de un aspecto, conocieron en sus apasionantes vidas a todo un quién es quién de la alta cultura europea, algunos nombres que se pasean por el libro son Franz Lizt, Frédéric Chopin, George Sand (amiga de la protagonista), Gustave Flaubert, Charles Dickens, Giuseppe Verdi o Richard Wagner entre muchos, muchísimos, más. En ningún caso están noveladas estas relaciones y son soportadas minuciosamente documentadas mediante cartas y escritos que han llegado hasta nuestros días. Pero no os dejéis llevar por la altura intelectual de los mencionados, el libro no busca convertirnos en eruditos.

Cuando se acerca a la ópera no lo hace desde un punto artístico, sino que la analiza de acuerdo con el impacto que tuvieron las diferentes corrientes que transformaron este género en lo que conocemos hoy en día. La llegada de la opera italiana (Donizetti y Rossini), la explosión de la Grand Opera (Meyerbeer) o la llegada de Wagner nos sirve para enteder el impacto que tuvieron en la sociedad y como se convirtieron las representaciones en un espectáculo de masas. Lo mismo ocurre con las primeras editoriales, la lucha de los derechos de autor o lo que supuso el tren para el desarrollo de muchas industrias, como el turismo o la exportación.

Al comenzar una tabla de tipos de cambio nos da una pista por donde van a ir los tiros, nos servirá para entender cómo los artistas pudieron empezar a vivir de su arte, la compraventa de partituras o cuadros y de cómo se valoraban estos en sitios tan distintos como Londres o San Petersburgo. Sorprenden los capítulos dedicados a la explosión del turismo y a las primeras guías de viajes, además de conocer que ya existían entonces personas en contra de esta forma de entretenimiento.

Particularmente me he emocionado con los personajes que van apareciendo en el relato, de los infortunios que pasó el pobre Bizet después del estreno de Carmen, la mezquindad de Wagner y el olvido en el que ha caído Meyerbeer. Tanta curiosidad que he buscado una ópera suya que, ya fuera del repertorio, fue fundamental en el siglo XIX, Robert Le Diable para verla lo antes posible. Otra consecuencia directa de la lectura son la cantidad de libros de literatura rusa o francesa se me ha antojado leer ahora aunque empezaré por otra de las mencionadas, aún de pasada, en este imprescindible ensayo, El Frankenstein de Mary Shelley.

Todas las épocas tienen algo, positivo o negativo, que las convierten en únicas, pero hoy reconozco que podría vivir perfectamente en una en la que Paris es la capital del mundo, en la que puedo viajar a Ruan para tomar un café con el cáustico Flaubert y en la que puedo disfrutar de una noche loca en una de las fiestas de Madame Viardot, que era de origen español y hermana pequeña de otra gran soprano, María Malibrán.

Es una lástima que la llegada de los nacionalismos y la primera guerra mundial dieran al traste con esta situación y con el trasvase cultural de aquella vieja europea tan cosmopolita. No trato de idealizar el Siglo XIX, hubo cruentas guerras y genocidios, pero es indiscutible el legado cultural y de progreso que dejó.

El compositor Camille Saint-Saëns escribía a Pauline…

“El ferrocarril, el barco de vapor, el telégrafo, las farolas de gas, el telegrama y la luz eléctrica…Los ha visto aparecer, y, ahora hay automóviles que se mueven solos, telégrafos que hablan y aviones… ¡Y cuantas transformaciones en el campo del arte! (…)”

Un resumen perfecto de lo que son estas 667 páginas con más de 130 dedicadas a notas y bibliografía.

Mi entusiasmo me ha impedido leer en días, terror a una posible decepción después de haberlo pasado tan bien. ¿Cómo llegó este libro hasta mí? Una tarde de viernes….

Tipos Infames
Calle San Joaquín 3, Madrid tiposinfames.com

Como en el anterior caso, hacer una recomendación de esta librería es más por incluirla en el listado que hay al final de este blog que por una labor de promoción. Cuando iba a quedar con una conocida argentina que iba a venir unos días a Madrid me contó que estaba interesada en conocer cuatro lugares de la capital y uno era, sorprendentemente, Tipos Infames.

10 años le han bastado a la librería para convertirse en una referencia en Madrid, para aparecer en medios (todos los de difusión nacional les han dedicado un espacio) o en novelas como Un Hípster en la España vacía y, creo recordar, Tres maneras de inducir un coma, por mencionar alguna que he leído. En pleno Malasaña, es un espacio abierto a todos en los que uno se puede perder entre libros mientras toma una copa de vino o un café. Como ellos mismos cuentan en su web, tres amigos imaginan el lugar en el que les gustaría perderse y cuando lo encuentran, nos hacen un favor y lo abren para todos los demás.

No conozco a ninguno de los libreros y no es como en otras donde establezco animadas conversaciones sobre lo que he leído. Además del último, recuerdo al menos dos libros recomendados un tarde por ellos en los que acertaron plenamente. Con Julian Barnes lo tenían fácil pero con Mary Carr y su Club de los mentirosos, me descubrieron toda una revelación. Yo los seguiría en redes (a esta y a todas las librerías) porque no paran de hacer cosas. Hace estos días un año asistí la presentación del libro de Raquel Martos Los sabores perdidos, con música y todo y me entra morriña de esas pequeñas multitudes que antes podíamos juntarnos para celebrar cosas así.

No soy un cliente de los antiguos y la descubrí cuando ya era un bombazo y para mi estar allí es como tener un plan para salir, aunque si vais conmigo, tened paciencia: me puedo tirar horas y ya si pido un vino, ni te cuento.

Nunca hubiese leído Los europeos si un librero no me lo hubiese recomendado, sé que soy pesado en mi insistencia, pero es un hecho irrefutable que para mis momentos de ocio me fio más de una persona que de un algoritmo (y eso que soy fanático de la tecnología). Es como tomarse un café en casa o la experiencia de hacerlo en un bar, no es comparable.

Visitad las librerías
Gracias por leerme

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