My big, fat & wonderful USA Tour’10 (III)

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Tercer día en Nueva York y puesta en marcha con Despierta América, ¡qué descubrimiento!, un cafetito con vainilla en el Starbucks para mandar el post inmediatamente anterior a este y aprovechar para ver como está “mi mundo” y mi facebook . Me alegra saber que muchos me seguís. ¡Gracias!

Central Park es ciertamente bonito. El pulmón de la ciudad es muy grande y es fácil moverse por él pero se le da la importancia que tiene precisamente por estar en el centro de una isla donde el hormigón es lo que predomina. Las vistas me vuelven a parecer impresionantes por el contraste que muestran entre lo natural y lo creado por el hombre.

Al oeste del parque está el Lincoln Center donde se encuentra el Metropolitan Opera House. El teatro de la ópera de Nueva York es ciertamente, como todo aquí, impresionante. No tiene en su exterior el encanto de los europeos pero se ha ganado con los años un respeto que lo sitúa entre los teatros de referencia en el mundo de la lírica. Estamos en los USA y aquí la estrella es la soprano Renee Flemming  tal y como demuestra la gran cantidad de artículos, perfume incluido, que podemos encontrar en la tienda del teatro.

Las producciones de este teatro son muy aplaudidas pero viendo su impresionante programa uno se da cuenta que no corren ningún riesgo: en el listado de casi 30 óperas a representar no falta nada pero tampoco se ve nada que no sea de lo más famoso. Os digo que de 30 sólo he tenido que preguntar cuál era una de ellas, y eso que yo soy relativamente nuevo en esto. 30 ópera en una temporada son muchísimas teniendo en cuenta que en cualquier otro teatro, en el mismo período, tenemos unas 15, mas o menos.
Un poco más al norte está el Dakota Building, lugar donde asesinaron a John Lennon. El edificio está justo enfrente del parque y de un espacio dedicado precisamente al cantante. El lugar se llama como mi canción favorita del cuarteto inglés al que perteneció, Strawberry Fields (Forever), y tiene una clara referencia al mundo que soñó. (Imagine).

 

 

Si siguiéramos subiendo llegaríamos al Museo de Historia Natural, que ya vi en su momento así que la mejor opción fue cruzar el parque para ver un museo mítico que no pude apreciar en su momento por estar en obras. Es el Museo Guggenheim un edificio que entusiasma a los que, como yo, somos fans de la arquitectura. Está al oeste del parque, fue ideado por Frank Lloyd Wright y se abrió en 1959. Supuso una sorpresa arquitectónica que se ha ido repitiendo, ya con otros arquitectos, en los diferentes museos Guggenheim que se han abierto en el mundo.

 

Junto con el anterior se encuentran, rodeando el parque, la Frick Gallery y el Metropolitan, del que ya hablé en mis posts dedicado a esta ciudad sobre el viaje de 2007. Así que abandonamos el parque para sumergirnos en el Upper East Side y recorrer la avenida más elegante de la ciudad, Park Avenue.

 

 

 

En la coqueta calle podemos encontrarnos las típicas entradas neoyorquinas con toldos y uniformados porteros que son la estampa recurrente del Nueva York más glamuroso. En esa calle está el famosísimo Waldorf Astoria, casi llegando a la Central Station. No hay más atracción en la calle que lo señoriales edificios, pero es un gustazo pasear tranquilamente por ella y hacer una foto espectacular. Allí, yo adorador de la obra de Wharhol, me he encontrado con un montón de cajas de “Brillo”….seguidores de Fangoria…¿os suena de algo?

Para comer nos hemos ido a St Mark’s Place, pero nuestra intención era otra. El hambre nos estaba matando y hemos parado antes de llegar a otro lugar que merece la pena conocer. Mi amigo Gonzalo me recomendó visitarlo pero no he llegado a comer en dentro de Katz Delicatessen, que es el lugar donde Meg Ryan (Sally) fingía un orgasmo ante la atónita mirada de Billy Crystal (Harry) en la película Cuando Harry Encontró a Sally. Otra deuda pendiente que tengo con la ciudad.
Una de las últimas paradas, además de pasar por una tienda de comics y hacerme con lo último de los Vengadores, fue pasar por la juguetería F.A.O Swartz de la que no me sorprende su gran piano sino la posibilidad de hacerte tu propio Muppet. Puedes elegir la “piel”, los ojos, el pelo todo al estilo de los populares muñecos que creó Jim Henson. Original ¿no?
Para acabar fui a cenar al Soho con mis amigos residentes en la city (Geniales María y Ariel) con los que pasamos una agradable velada y quienes fueron testigos del hostión de impresión que me pegue al caerse mi silla. Una leche propia de un vídeo de esos que ponen en You Tube o que parecen sacados del programa jack ass. En el momento no me dolió, pero ahora lo noto nítidamente, yo me caí con la silla pero podría haberme llevado la mesa entera con el cous cous incluido. Un show lo mío. Menos mal que está vez no me acosaba, como pasa habitualmente, la prensa porque ya me veía yo en los Arrghhh! del CUORE! (je je je).
¿Cómo ha sido me reencuentro con la ciudad? ¡Fantástico! La he podido apreciar mejor y sin el estrés que supone ir a los típicos sitios pero…
Nueva York es una ciudad cara. Da igual que vengamos con un Euro fuerte, los servicios en ella los son. 2.25 $ cuesta un billete sencillo de metro pero es que el metro, pues hay que verlo. Lo cierto es que los madrileños estamos muy mal acostumbrados porque, con todo lo que criticamos tenemos una red subterránea espectacular. Además está el tema de las propinas en servicios que son llamativos. ¿Por qué debo pagar por un servicio mal recibido? No hay opción, te lo ponen en la factura. La sonrisa de complicidad de la señorita del McDonald’s cuando pedí (que bueno estaba) el Smothie de Banana y Fresa sí que merecía una propina. No me malinterpretéis, no se trata de que sea caro por el importe elevado, sino por la contraprestación recibida.

 

Me cuentan, y yo mismo lo veo al consumir, que aquí además se pagan muchos impuestos. Aquí no hay sanidad pública y da la sensación de que lo ingresado en las arcas públicas luce poco, esto no lo escribo porque vi, en un programa de la NBC, que el exceso de impuestos era lo que más les molestaba de su ciudad. ¿Sabéis cual era el segundo? El turismo…je je..¿Las razones? Los turistas andamos despacio y paramos el ritmo cuando nos detenemos a hacer fotos…me meo.
Con todo yo adoro está ciudad, cómo dice el ticket del taxista al que he pagado con tarjeta + un 15% de propina (muy fuerte) : I LOVE NEW YORK.
PLUS:
Mi primer vuelo interno en USA.
A las 7 de la mañana estaba en el JFK para tomar un vuelo que me lleva a San Francisco, de hecho es desde la fila 27 asiento B del vuelo de Delta 1756 desde donde escribo este post.
Aunque tenía pagado mi billete con mucha antelación al llegar al areopuerto he dicho que tenía que facturar (estoy en USA 15 días y con un trolley no creo que me apañará por temas sobre todos de higiene) y una señorita con una sonrisa de oreja a oreja me ha invitado a pasar por una maquina por la que he tenido que abonar 25 $ por mi maleta.
Pese a ser 6 horas de vuelo cualquier cosa que quieras consumir en el vuelo tienes que pagarla. Me había pasado en Europa con vuelos de 2 horas, pero no de 6. Tampoco es mucho problema. No hay película, la tienes que pagar. Frente a mi asiento hay una pequeña pantallita con un lector que te permite escoger entre varias películas a 6$ cada una. Lo mismo si quieres jugar a un juego, el coste es de 5$. La música si es gratis, pero para oírla tienes que pagar , si no te has traido los tuyos (que creo que valen) 2$ por los auriculares, que no están incluídos si pagas la película.

 

Algo más lógico es que cobren por el uso del Wi FI, si, hay gente que tiene en estos momentos su portátil con la página de inicio del Facebook, el coste es de 34$ el trayecto. En fin, que me he levantado para ir al baño y me he llevado la tarjeta por si tenía que pasarla para mear.
Las azafatas muy sonrientes, casi terroríficamente amables, pero volar en turista en Delta es como hacerlo en una de nuestras Low Cost tan extendidas en Europa con la única diferencia que el asiento aquí lo tienes asignado. Habrá quien me lo rebata, y tendrá sus razones, pero pagar por un billete y que luego tengas que pagar por separado por cada uno de los servicios que vas a recibir es la política de esas compañías. ¿Un Roma – Madrid? ¿2 Horas? Perfecto, pero 6 horas San Francisco – Nueva York, me parece más cuestionable. El billete no me ha costado caro, es cierto, pero no es de esos de 60 euros el trayecto y aquí los vuelos internos, las distancias son enormes, tradicionalmente han costado más baratos que en nuestro país.
Os podéis imaginar que para evitar el coste de la maleta no factura ni el pepe, pero da la sensación de que los limites de tamaño son rebasados porque el “pollo” que se ha montado para subir los bultos a los compartimentos ha sido fino. Otra cosa a resaltar es la seguridad. Me he tenido que quitar los zapatos para subir al avión (No lo tuve que hace el año pasado para ir a Buenos Aires, ni este año para llegar a Nueva York desde Madrid), me parece ridículo pero bueno, el que quiere volar soy yo y esas son las normas pero me hace gracia el tema de la seguridad. Unos asientos más adelante hay una señora tejiendo con unas agujas de esas metálicas de treinta centímetros con las que cualquier pirado puede hacer maravillas. En fin.
El avión, eso sí, es cómodo y aunque volamos de día es un gusto saber que hemos despejado de Nueva York a las 10 y que aterrizaremos en San Francisco a las 13.25…siete horas de viaje que por las diferencias horarias solo suponen 3.
Hasta prontito…que será en seguida porque en San Francisco no dependo de un café para conectarme!

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