KIOTO, viernes 14 de agosto de 2014 (Mañana)

Tercer día y momento celebrity. Terminando de desayunar en el hotel vemos en la cola a María del Carmen Martínez Bordiú y ¡Oh Sorpresa! un mes después la encontramos comentando su viaje al imperio del Sol Naciente en las páginas de la revista ¡Hola! ¿Qué raro no? ¡Lástima no haberle hecho nosotros alguna foto para venderla antes!. El día estuvo dedicado a ver tres templos ¡tres! en una sola mañana. Sarna con gusto no pica y Kioto es el ejemplo de ciudad más tradicional por lo que para ver todos los templos que se encuentran en ella se necesitan más de tres meses en la ciudad. Fue capital del país hasta 1868 y allí es donde encontramos más ejemplos de la milenaria cultura nipona, Samurais y Geishas incluidos.
Nijo-jo fue construido en el 1603 como residencia del primer Shogún del clan Tokugawa. La visita, que sería una de las mas celebradas por todos los que estábamos allí, nos permite descubrir las estancias del palacio Ninomaru y como vivían en aquella época. Todos sentimos curiosidad por el suelo, que crujía a cada movimiento emitiendo un sonido como de ruiseñor y que servía para alertar a posibles intrusos. Tuvimos que entrar descalzos y no nos permitieron hacer fotos en el interior. La puerta para llegar al templo, Kara-mom, es francamente majestuosa y no hay que dejar de dar una vuelta por los jardines.

 

 

Al segundo templo de la mañana ni siquiera pudimos acceder pero ya observarlo desde fuera era algo maravilloso. La luz del día, nublado, daba un brillo espectacular al llamado pabellón dorado, el Templo de Kikakuji. Este templo budista fue levantado en 1397 como villa de descanso del tercer Shogún y en 1994 declarado Patrimonio de la Humanidad.
La última parada de la mañana fue en otro santuario sintoista, el de Heian. Construido en 1895 le precede uno de los Torii más grandes de los que se encuentran en japón. Aquí es donde oí la frase «de ahora en adelante, me hago sintoísta».

 

En el jardín de este santuario  se encuentra el precioso puente Taihei-katu, o Hashidono que aparece en la película “Memorias de una geisha”. De las cosas que más me llamaron la atención de ese día fueron los jardines y los cuidados que están, aunque claro con esa humedad que tienen en todo el país, las plantas lucen mejor. Son realmente lugares para la tranquilidad y la reflexión aún estando atestados de turistas.

 

Todo esto fue hasta la hora de comer donde tuvimos la suerte de sentarnos con dos parejas de Valencia de las que ya no nos separaríamos en todo el viaje. Son gente tan maja Javi, Pilar, Sonia y Pedro que espero mantener en contacto con ellos para siempre. La tarde fue libre y muy intensa, por lo que he tenido que dividir este post en dos partes.
Lección 3: Lo bueno de los viajes organizados es que si eres algo sociable puedes conocer a gente realmente fantástica con la que pasar momentos divertidísimos como los que vinieron horas después de compartir mesa.

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