Osaka – Nara – Kyoto, jueves 13 de agosto de 2015.
Una de las primeras sorpresas al llegar al país fueron sus baños. En concreto los higienicos retretes que yo solo había visto en la casa del gallego más moderno que conozco, Luis. Porque hay que ser moderno para tener en su casa uno de esos magnificos retretes que te limpian y secan tu culete dejándolo como el de un bebe. Tan entusiasmado me ha dejado el invento que ya estoy averiguando cuanto vale eso en nuestro país.
A las 8.30 nos reunimos con el grupo en el lobby del Hotel. Este es el primer viaje organizado que hacía y el motivo no había sido otro que el miedo. Cuando empezamos a planearlo, reservando hoteles en Booking descubrimos que en muchos no se hablaba inglés y otros conocidos que habían estado nos comentaron lo mismo. Al final de viaje os contaré como ha sido la experiencia hasta entonces seguiré con mi relato que empieza con un desayuno continental, occidental, en el hotel de Osaka.
La primera visita del día fue al Castillo de Osaka. La guía nos explica la importancia del lugar que fue clave en la unificación del país en el siglo XVI y que hoy sirve de museo. Un interesante lugar para tomar contacto con la cultura tradicional japonesa. Restaurado en el año 1997 significó para mi el primer contacto con la arquitectura japonesa más clásica y milenaria.
Miniatura qué con gran detallismo ilustra la llamada batalla de verano
El lugar, al que llegamos sobre las 9 de la mañana, me sirvió también para confirmar que iba a pasar un calor insoportable en japón así que decidí hacer lo mismo que vi en lugareños, comprarme una toallita de Doraemon que me serviría para secarme el sudor. Cero estético pero la mar de cómodo.
La segunda parada, a ritmo algo frenético para mi, fue el observartorio situado en el Edificio Umeda Sky, uno de los más altos de la ciudad y cita obligada, parece, para el turismo. Una torre muy moderna que permite unas vistas privilegiadas de la ciudad. Aquí descubrí ese Japón que he visto en películas como Akira o Ghost In Shell, con autopistas flotantes y laberintos de torres infinitas, con vida encima y debajo de la ciudad. Mi primera impresión estaba siendo magnífica. Yo, enamorado como estoy de las ciudades, no podía estar disfrutando más.
Comimos en un hotel camino a Nara que no fue ninguna maravilla pero que nos sirvió para ir conociendo a los compañeros de viaje. No nos podemos quejar, hemos tenido mucha suerte con la compañía, cosa que seguiré comentando en estos post. Este primer contacto fue buenísimo.
Ya en Nara en objetivo era conocer dos templos. Uno Budista y otro Sintoísta. De religiones ando flaco, muy flaco, así que me quedé con pocas cosas además de las diferencias más obvias, como el tema iconográfico que existe en los primeros pero no en los segundos. El Templo Todai-ji es muy famoso por tener a Daibutsu, el gran Buda que se encuentra en el pabellon Daibutsu-Den. Para acceder hay que pasar una puerta, flanqueada por dos gigantescos guardianes tallados en madera en el siglo XIII y de aspecto feroz. Este fue el primero de los muchos (muchísimos) templos que veríamos durante el viaje. Aquí aprendimos a purificarnos y algo de la liturgia de la religión.
El otro templo a visitar ese día fue el Shintoísta de Kasuga Taisha. Este templo, mucho más austero que el anterior, se fundo en el siglo XVIII y hasta finales del Siglo XIX, y siguiendo la tradición sintoísta, se reconstruyó cada 20 años. Me gustó mucho este lugar no solo el templo en sí, donde no se podían hacer fotos, sino también sus alrededores con farolillos, linternas, toriis, barriles de sake, pequeños altares y hasta tuvimos suerte de ver a sacerdotisas pero iban tan deprisa que no pude ni hacerles una foto.
En Nara otra curiosidad fue el parque de los Ciervos Sagrados que andan libres entre la gente esperando recibir las galletitas que, preparadas para ellos, se venden en los puestos locales. A mis sobrinos les hubiese encantado pero a mi los pobres animales me daban hasta un poco de pena. Eso sí, se les veía bastante sanotes, sobre todo a los que están ahí sentados, bien aparcaditos.
Y tras un agotador día siguiendo el el ritmo de Reiko , rebautizada por ella misma como Reiko-nen, llegamos a la estación central de Kioto, donde estaba situado nuestro hotel. No nos faltaron ganas de, después de ducharnos, ir a recorrer la ciudad….pero eso ya para el próximo capitulo….
LECCIÓN DEL SEGUNDO DÍA : El primer fallo que veo a un viaje a organizado. No por saberlo me deja de molestar el hecho del ritmo frenético de no conocer sitios, sino estar en ellos para sacar una foto. Odio el momento «ideal foto».
Cando queiras, tes a miña casa aberta para probalo 🙂
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