Hace poco más de una hora que he salido del Teatro Real de Madrid donde he asistido a una de las 11 representaciones de The Life and Death of Marina Abramovic, obra que ha gozado de una inusual campaña publicitaria que la ha convertido en una cita obligada en las agendas más cool de Madrid. El País Semanal y Vanity Fair, por citar algunas de las que he leído, le han dedicado este mes importantes reportajes, sobre todo el de la última con fotos de Julian Schanabel.

Aunque enmarcada dentro de la temporada de ópera no son muchos los que califican esta obra como tal sino más como un espectáculo audiovisual tremendamente, eso es innegable, innovador. Según Wikipedia…

MarinaAbramović (Belgrado, Yugoslavia; 30 /11/1946), artista serbia de performance que empezó su carrera a comienzos de los años 70. Activa por más de tres décadas, recientemente ha sido descrita por sí misma como la «Abuela del arte de la performance».El trabajo de Abramović explora la relación entre el artista y la audiencia, los límites del cuerpo, y las posibilidades de la mente.

Ahí es nada, «la abuela del performance» capaz de estar 700 horas inmóvil el el MoMA de Nueva York o de autolesionarse únicamente en favor del arte. El espectáculo, una representación de su interesante vida, lo han ideado el artista/escenógrafo Robert Wilson y ella misma. El cuadro lo completan dos figurones: el actor Willem Defoe, personaje de culto dentro del cine americano, y Antony, que quien con su conjunto Antony and The Johnsons es paradigma de la modernidad musical y personaje, después de todo lo leído, que tenía curiosidad por ver en vivo. Por cierto, que Dafoe se sale como narrador/maestro de la función.

Al final todo el mundo, los que se han quedado, ha aplaudido a rabiar una obra que no era precisamente fácil y que a veces, como ha dicho la crítica especializada, resulta un poco tediosa (por lenta). La escenografía, la puesta en escena y el conjunto audiovisual resulta muy impactante y dudo que pueda olvidar, está por ver si para bien o para mal, las imágenes que he visto hoy. Creo que me ha gustado y, en cualquier caso, seguiré reflexionando sobre ella unos cuantos días.

Discutible resulta incluir una cosa así en un programa de ópera cuando parece más correcto en otro tipo de escenarios. El hecho de que esté dentro del abono supone asegurarse una audiencia… ¿hubiera llenado de no ser así? en mi opinión sí, pero claro, siempre te queda la duda. Milán, Basilea, Chicago, Ámsterdam, Viena y Oslo, son las próximas ciudades que verán esta producción del Teatro Real y el Manchester International Festival que en Madrid estará hasta el próximo Domingo 22. Dudo de que queden entradas, pero si es así, los modernos con amplitud de miras que lean esto pueden pasarlo bien.

Comentario dentro del Real: «Maxi, esto es demasiado moderno hasta para ti»

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