¡Este montaje es una porquería!
Escuchado a la salida del Teatro de La Zarzuela el 31 de Mayo de 2019
Soy muy realista con este blog y también con las expectativas que tengo del mismo. Es más un repositorio personal de vivencias que un blog en sí y no pretendo nada más con él que pasármelo bien escribiendo. Este post de hoy es aún más intrascendente que otros muchos que publico. Primero porque sobre lo que voy a escribir es algo que ya no se puede ver en Madrid y en segundo lugar porque voy a contracorriente de todos los medios y los entendidos sobre la cuestión.

El viernes 31 de mayo asistí a una de las últimas representaciones del montaje que para Doña Francisquita ha estrenado este año el Teatro de la Zarzuela de Madrid. La obra, una de las cumbres del mal llamado género chico, con música de Amadeo Vives y libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw se estrenó el 17 de octubre de 1923 y desde entonces es un clásico del repertorio. Para los que no entiendan de zarzuela, yo estoy aprendiendo, es como si estuviéramos hablando de Carmen o La Traviata en ópera, una de las más grandes y populares.
Es una historia de enredo y amoríos con final feliz con una música que está muy por encima de una historia más bien simplona. Si no fuese por la parte hablada que se inserta entre la cantada, sería considerada una ópera precisamente por el virtuosismo de su música. La adaptación de Lluis Pascual en esta nueva coproducción con el Gran Teatre del Liceu y la Ópera de Lausanne ha sido recibida en Madrid, ciudad origen de la zarzuela, con un vehemente rechazo que, hasta en dos ocasiones, ha obligado a interrumpir la representación.

Al buscar hoy mismo una imagen para soportar esta publicación, me he encontrado con tres noticias que iban en el mismo sentido: abucheos, críticas y rechazos ante los cambios en la estructura de la conocida zarzuela. Yo, como ya he comentado, asistí el viernes 31 de mayo a un representación en la que también encontré caras conocidas como los ex políticos Marcelino Oreja e Iñigo Méndez de Vigo, que la disfrutaron, o eso creo, a pocos metros de mí.
El montaje sitúa a la historia en tres momentos, la grabación de un disco en plena segunda república, la emisión de un programa de televisión en los años 60 y un ensayo general de la obra en 2019. Al margen de la idoneidad o no del planteamiento, lo que ha enfurecido a los aficionados y abonados es la supresión de los diálogos hablados sustituyéndolos por la intervención de un personaje, director de la función interpretado por el actor Gonzalo de Castro, que explica de manera jocosa lo que de otra manera explicaba la parte suprimida.
¡HAN TOCADO LA OBRA ORIGINAL! ¡AL PAREDÓN! Me alegró comprobar que el viernes pasado la velada de desarrolló sin altercados, aunque bien puede ser que fuera así porque la gente ya estaba sobre aviso y no era cuestión de montar un espectáculo cada noche. Yo lo disfruté muchísimo, aplaudí el riesgo y felicité al Teatro de la Zarzuela por su decidida apuesta de mantenerse y llegar a nuevos públicos.
Volviendo a la representación del viernes, muchos de los argumentos esgrimidos a cerca de este cambio no se sostenían. La obra, como ya he comentado, es bastante simple y se entiende con facilidad así que la supresión de diálogos por una explicación graciosa de lo que sucede, y más teniendo en cuenta que la parte musical se respeta de manera íntegra, no me parece que complique, ni mucho menos la función. Además, y vista la edad media del público asistente, el 90% de la sala ya conocía la historia y había visto la zarzuela por lo menos un par de veces más.
Con este montaje, aunque muchos no lo crean, al teatro ha podido conectar con al menos 2 o 3 jóvenes (que ya es mucho y un éxito) que volverán tras ver una obra actualizada que en ningún momento falta el respeto a la obra original, sino que la re-interpreta con talento. Vamos, que prefiero 150.000 veces esta Doña Francisquita que el último montaje de Carmen en el Teatro Real. Sí, en Carmen se respetó el libreto completo pero el montaje era tan caótico y fuera de lugar que era bastante complicado seguir una trama, qué como en el caso de la zarzuela que hoy nos ocupa, se resuelve en tres líneas.
La vehemencia hacia la comentada eliminación, el punto flaco de cualquier zarzuela (por lo menos para los no iniciados como yo), se trasladaba también hacia un montaje actual y dinámico propio de los tiempos que corren. En esto soy muy claro siempre, y vuelvo a la ópera, solo hay que ver algunos montajes de cierto teatro de de Nueva York que se mantienen vigentes año tras año y que representan a la ópera como un arte antiguo y anquilosado en el tiempo, llegando incluso a la vergüenza ajena con producciones propias de patio de colegio. El montaje, la idea, no solo me gustó, me pareció brillante. En esto doy un sobresaliente rotundo al director de escena Lluis Pascual y al responsable del vestuario, Alejandro Ándujar.
¿No se respetó el original? Puede ser, ¿Se actualizó la obra? Sí, pero respetando sus orígenes, un cambio que le permite seguir siendo igual ¿Ha ganado el Teatro de la Zarzuela con ello? ¡Qué duda cabe! Agotaron todas las localidades de todas la representaciones, aquí se hace efectivo eso de polemiza que algo queda, porque era literalmente imposible conseguir unas entradas que yo tenía desde el mes de enero.
La actuación de los interpretes, con Sabina Puértolas e Ismael Jordi en los roles principales, levantó bravos y peticiones de bises, la dirección musical de Óliver Díaz fue muy celebrada también, al igual que un coro qué, según los que tienen buen oído, interpretó uno de los puntos álgidos de la zarzuela, ¿Dónde va a alegría? de una manera soberbia y elegante. Y queda la cuestión del actor Gonzalo de Castro, al que la noche del viernes dieron tregua y al que también aplaudieron. En mi caso, le grité, a él personalmente, un ¡Bravo Gonzalo! que dejó a mi vecino de butaca estupefacto, allá él.
Vuelvo a la cuestión con la que abría el post. ¿Por qué toca hoy una obra que ya no se puede ver? Pues para dejar registro personal de lo que va dejando este 2019 y para felicitar al Teatro de La Zarzuela por su buen hacer. Corrijo eso «de que ya no se puede ver» pues está colgada con excelente calidad en You Tube, la represestanción del pasado miércoles 29 de mayo.
Mirad todo lo que tienen preparado para el año que viene. Espero una Luisa Fernanda a la altura, sé que no me van a decepcionar y no porque tenga altas expectativas, sino porque es los pocos lugares del mundo que no deja morir a este gran género y esto es algo que hay que celebrar, sea el montaje que sea.

¡Viva la Zarzuela!
(Y como dice Aurora la Beltrana) ¡Viva Madrid!
Canto alegre de la juventud
que eres alma del viejo Madrid:
vuela ya y, en tu volar de pájaro,
pregona nuestro júbilo
por los celestes ámbitos.
Canto feliz, ¡ah! tú que puedes volar,
difunde hasta el sol la dicha de amar.
Y en la primavera que nos espera
suena sin cesar.
¡Suena tú, que sabes al amor cantar!