Me quedé hace más de un mes sin publicar la tercera parte de un paseo por Londres y mi post sobre el concierto de los Beach Boys fue el último en unos meses en los que la pereza (y otras cosas) han podido más.  Con bastantes posts pendientes, antes de hacer una reentré como Dios manda, y siempre que la Wi Fi lo permita,  iré preparando un post sobre  mis vacaciones Germánicas-Checas robando el título de una conocida película española y sustituyendo el Pepe original por Maxi.
Alemania, ese país que nos tiene últimamente en el punto de mira, era una de esos destinos que uno siempre comenta que quiere conocer y que va posponiendo por otras opciones. Así ha sido siempre pero con la premisa ”Maxi, Berlín de va a encantar tienes que ir o ir” la decisión este año estaba clara. La ciudad en la que se cumplen estos días los 50 años en la construcción de un muro que la tuvo dividida unos cuantos será el destino final de un viaje que comienza en…
Madrid
¿Dónde sino? En la Terminal 4 de Barajas donde un avión de LAN Chile me llevará a mi destino. Segunda experiencia con la línea andina e inmejorable impresión. Se trata de un vuelo Santiago – Frankfurt que hace escala en Madrid por lo que el último trayecto tiene unas tarifas muy competitivas y la relación calidad/precio es sobresaliente. Eso de que en turista puedas elegir la película que ver, aunque mi elección fuera nefasta, es todo un detalle y la atención dentro de la cabina es de las mejores que he podido encontrar.  Antes de subir al avión, y estando a mitad de mes con todas las novedades temáticas (cine, música) leídas, la mejor opción es siempre la revista del alegre saludo. “ (…) los príncipes de Asturias intercambiaron confidencias y de despidieron con un romántico beso, como dos enamorados que son”…menos mal que llevaba la Biodramina. ¡HOLA! es Imprescindible en un viaje, mejor que el semanario de humor El Jueves.
Muy puntuales en la salida y tan solo dos horas después…
Fráncfort (Frankfurt Am Main)
“La primera impresión que se tiene de Fráncfort es la de una ciudad viva y moderna, un polo financiero y comercial  de los más importantes del mundo (Sede del poderoso Bundesbank y de numerosas ferias de prestigio internacional), pero nunca se diría que es una ciudad hermosa”
Eso es lo que dice una de las guías que me acompaña así que con tales precedentes mis expectativas eran bastante bajas, también es cierto que la decisión de empezar aquí nuestro paseo por tierras alemanas se tomó por razones económicas pero aún así no me arrepiento de haber conocido esta ciudad, la única que tiene un monumento (aunque bastante chusco) al maltratado Euro.


Es prácticamente lo primero que vi de la ciudad y está justo delante de uno de los mayores protagonistas de nuestras noticias en los últimos tiempos: El Banco Central Europeo. No es una ciudad en la que haya muchas cosas que ver. Nuestra primera noche la pasamos en el que luego destacaríamos como uno de los lugares más bonitos de la ciudad, la Plaza de Römemberg con al Ayuntamiento, Nikolaikirshe (iglesia protestante que pudimos visitar de noche) y la Fuente de la Justicia. Allí tome mis primeras salchichas acompañadas con medio litro de cerveza.

Eso fue lo que hicimos la segunda mitad del día, en las horas siguientes a nuestro aterrizaje y tras un paseíto nocturno (ya sé que era sábado pero estábamos muertos) a la camita a reponer fuerzas.
Un segundo día, ya completo, nos bastó para ver el resto de los puntos importantes de la ciudad. El hotel, un holiday inn bastante decente y situado cerca de la estación de tren Haupbahnof, no está en una zona que inspiré mucha seguridad y, aunque he estado en sitios peores, no recomiendo la visita completa de la calle en la que se sitúa puesto que en el otro extremo hay una zona, Elbestrasse , que parece concentrar lo peor de la ciudad. Hace muchos años que no veo por las zonas más duras del centro de Madrid a gente pinchándose en la calle. No soy tan inocente, y sé que las drogas están ahí, pero confieso que el tema me ha llamado mucho la atención y aceleró (de qué manera) nuestro regreso al hotel la noche anterior.
El punto  fuerte del hotel es su situación ya que está a pocas manzanas del corazón económico de la ciudad (y de Europa).  Las espectaculares torres de hormigón y cristal (muy bien distribuidos eso sí) rodean un parque con varias esculturas que nos lleva directamente a la Alter Opera, el antiguo teatro de la ópera y, de lejos, el más bonito edificio de la ciudad.



El símbolo cultural más destacable de la ciudad es el poeta Goethe que nació aquí en una casa que no es un gran qué pero es de obligado paso turístico. Muy cerquita de allí está la sede de la bolsa, otro  punto de interés teniendo en cuenta donde estamos.  Nada del otro jueves siendo lo más llamativo una escultura que enfrenta a un toro (subidas) con un oso (bajadas). Emocionante. Los domingos no abre nada aquí (ejemplo de cómo en un país avanzado no es necesario abrir de lunes a domingo) así que la zona de tiendas que parece bastante espectacular nos la hemos saltado. Eso sí hay un centro comercial que tiene un mirador en lo alto y que permite, absolutamente free, observar la ciudad desde arriba. Desde allí una visión curiosa, de un lado los monumentales rascacielos (¿los más altos de Europa?) y del resto las más modestas torres de la muchas (en relación al espacio) iglesias de diferentes confesiones que hay en el centro de la ciudad.



Fráncfort se establece a ambos lados del rio Main que es cruzado por numerosos puentes. Las orillas del rio están bastante cuidadas, favorecen el paseo y alberga varios museos que no me resultaron, lo siento, de mucho interés salvo el del cine. Solo entrar en el recinto ya me he puesto a disfrutar muchísimo. Dedicado al cine alemán en su última planta, el resto lo ocupan salas de visionado y una revisión de todos los apartados técnicos de una película. Me ha encantado poder observar de cerca el Oscar que ganó Maximilian Shell por el Jucio de Nuremberg (1961)  Allí he podido sacar algunas fotos…y recomiendo absolutamente su visita.  www.deutches-filmmuseum.de
El más bonito de los puentes nos lleva al barrio de Alt-Sachsenhausen. En Eiserner Steg he visto por primera vez esa demostración de amor que significa el cerrar un candado y tirarlo al rio como señal de la eternidad de ese sentimiento. Muchos están grabados. Me han contado que los hay en otros lugares del mundo…¿en qué lugar de Madrid podríamos hacer esto? ¿Quizás en algún rincón del recién estrenado Madrid Rio?


Alt-Sashsenhausen es el típico barrio antiguo alemán y de lo poco no reconstruido tras la II guerra mundial. Las casitas de entramado de viga de madera que lo componen albergan numerosos locales y es una zona bastante animada al caer la tarde. Si no fuera porque llegué allí andando y por los lugareños, en algunos momentos parece tan idílico que tiene uno la impresión de estar en un parque temático.
En fin, no es una ciudad espectacular ni nada parecido pero tengo la impresión que es un sitio en el que se debe vivir muy bien. Para empezar, muchas bicicletas y el tranvía son una buena señal. La tranquilidad, quizás demasiada para mí, es otro factor que a muchos puede atraerle.
Apunte personal: En el hotel solo se veían, de nuestras nacionales, Canal Sur y Telemadrid. Ninguna de las dos son de mi gusto pero debo destacar el trabajo que, en tiempos como estos hace el equipo de “nos queda la música” que se emite la de la capital; es de reconocer y aplaudir la labor que hacen con música que se aleja de los convencionalismos de la radio fórmula.
¡Espero no quedarme en este primer capítulo! El nuevo editor de Blogger y la conexión no me están ayudando mucho…tenía más de 10 fotos y no me deja ni editar en html…crucemos los dedos

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