Con retraso por la conexión en Berlín…aquí sigo (mejor tarde que nunca). Este texto fue escrito el lunes 22 de agosto de 2011.
Abandonamos la fantástica Praga para dirigirnos a una de las más importantes capitales del mundo que me quedaba por conocer, Berlín. En el camino hemos hecho parada en la capital de Sajonia…
DRESDE (DRESSEN).
La guía que me acompaña, la del País Aguilar (Buenísima), se refiere a esta ciudad como una de las más bellas de Alemania. Cruzada por el rio Elba, Dresde fue una ciudad arrasada por las fuerzas aliadas tan solo dos meses antes de que finalizara la II Guerra Mundial. Los recuerdos de aquello se hacen patentes en la reconstrucción de los edificios más emblemáticos de la ciudad.
Un poco antes de llegar al centro de la ciudad, he podido ver por primera vez en Alemania las típicos bloques soviéticos de viviendas que dan cuenta de una cosa: Han pasado ya 10 desde la reunificación y las huellas son (afortunadamente) cada vez más difusas pero es obvio que la historia siempre nos dejará marcas que no nos permitan olvidar tiempos pasados.
El centro histórico es, como siempre, el reclamo turístico y es allí donde se encuentran las cosas que es necesario visitar. La iglesia Freunkirche es una curiosa iglesia de aspecto circular (un dodecaedro más bien) que quedó arrasada en 1945 y en qué cuya reconstrucción se financió exclusivamente por los fieles comenzando las obras en 1993. Muy cerca está Zwinger, el edificio más famoso de Dresde que es una especie de fortificación con galerías y un esplendido y muy grande patio interior. Tiene un reloj con carrillón compuesto de campanas de porcelana ciertamente curioso y alberga en su interior galerías y exposiciones.
Lo más impresionante que tiene la ciudad es un friso formado por 24.000 azulejos que representa la procesión de muchos gobernantes sajones y que se encuentra en una pared de 102 metros del edificio llamado Fürztenzug.
Nuestras ansias por conocer nos han hecho realizar un tour en alemán (no sé ni una palabra) para ver el teatro de la ópera con mejor acústica del mundo (dicen). Es la Sächsise Staapsoper un edificio realmente bonito y muy bien cuidado en el que dan ganas de quedarse a disfrutar una buena obra.
Una buena parada la que hemos hecho en Dresde pero a nada le tenía más ganas que a mi llegada a Berlín. A eso de las 18.00 hemos dejado en la estación de tren el Ford C-Max que nos ha acompañado desde Fráncfort y hemos partido hacia la populosa Friedrich Strasse donde nos me alojaré durante mis días aquí.
Las cuatro primeras horas de Berlín han sido increíbles…acércame por primera vez a la puerta de Bradenburgo, parar en el inmenso parque frente al Reichstag para observar un pedazo de historia, caminar por dentro del (necesario) monumento al Holocausto Judío y encontrar justo enfrente el único monumento a la homosexualidad (a la apertura mental) que he visto en mi vida. Alucinante primer contacto.
El hotel se encuentra en la misma calle que el Checkpoint Charlie o lo que es lo mismo, el paso fronterizo más famoso entre los dos “Berlines” durante la época en la que la ciudad estuvo dividida. La verdad que caminar sobre la línea que da señal donde estuvo la famosa tapia me ha causado (soy un sentimental) mucha emoción. Todo ello lo desarrollaré más porque volveré a pasar de día…definitivamente, Berlín, ya soy tuyo.
(Además he encontrado una tienda al lado del hotel que me ha llamado muchísimo la atención y ya contaré porqué).