Una vueltecita por La Vera (Cáceres)

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Ya he comentado alguna vez que lo que unos consideran un regalo impersonal y comprometido (nunca encuentras el momento de usarlo), yo lo encuentro fantástico e inspirador. Me refiero a los cofres de experiencias de esas de los que hay mil tipos distintos  y que ocupan desde hace años espacio propio en los centros comerciales. Una estancia en Paradores ha propiciado un fabuloso fin de semana en el norte de la provincia de Cáceres, Extremadura del que a continuación encontraréis un muy breve resumen.

La comarca de la Vera es conocida principalmente por dos cosas: El pimentón (denominación de origen), un condimento muy apreciado y producto resultante de la molienda de pimientos rojos de las variedades Ocales, Jaranda, Jariza, Jeromín, y Bola, y porque sirvió de retiro al Emperador Carlos V cuando abdicó en favor de su hijo Felipe II. Este último hecho, que se produjo el 16 de enero (¡mi cumple!) de hace 500 años está muy de actualidad por la serie, que no he visto, que Televisión Española ha dedicado al personaje histórico con un reparto lleno de guapos.

El Parador de Jarandilla de la Vera fue el Castillo Palacio de los Condes de Oropesa y en él se alojó el Emperador antes de su retiro en Yuste. Es un edificio espectacular en un pueblo bastante tranquilo y en el que se come muy bien. Ideal para descansar y retirarse del mundo algo que debe hacer mucha gente pues para el sábado estaba colgado el cartel de completo. La decoración de las habitaciones es algo espartana y simple, pero el lugar es tan bonito que se te olvida cualquier posible incomodidad, pocas veces he dormido tan profundamente.

A pocos kilómetros de Jarandilla merece la pena conocer Losar de la Vera y Valverde de la Vera. Del primero me llamó mucho la atención la jardinería ornamental que recorre la calle / carretera principal que atraviesa la ciudad. La curiosidad hizo que me interesara por el asunto y encontré lo siguiente en su página web:

En el año 1974, el Ayuntamiento de Losar de la Vera arrendó unos terrenos de la finca municipal El Robledo, al sitio de El Cincho, a la empresa Viveros Nuboga, con sede en Majadahonda (Madrid), para la producción y comercialización de plantas ornamentales poco conocidas en la Vera.

Las necesidades de promoción comercial de la empresa y el interés del Ayuntamiento en desarrollar sus proyectos de jardines confluyeron para que la travesía de la carretera C-501 (EX203) de reciente urbanización, se convirtiera, a propuesta del Ayuntamiento, en el escaparate publicitario de las plantas ornamentales producidas en la citada finca. La plantación de las especies vegetales se inició en marzo de 1975.

D. Vicente M. Domínguez Pérez, vecino de la localidad, se encargó del diseño y mantenimiento de los jardines, aplicando criterios personales. El resultado no pudo ser más afortunado. Un recorrido por la avenida muestra el bello espectáculo de los jardines de Losar de la Vera. Un museo de esculturas vegetales donde se pueden observar figuras geométricas, cabras montesas, aves, botijos, cestas, tazas, coronas y un sin fin de detalles que no dejarán de asombrar al visitante.

Para que los jardines se consolidaran, el Ayuntamiento realizó una campaña de mentalización dirigida a los vecinos, que en un principio no valoraron los jardines como se merecían. El resultado fue excelente y hoy los jardines son queridos y respetados por todos.

El resultado es un lugar realmente curioso en el que merece la pena pararse, contemplar lo que han sido capaces de hacer con la jardinería y tomar algo. Allí es donde nos hicimos con el alijo de pimentón con el que hemos vuelto a Madrid. Lástima no tener fotos, pero podéis visitar la página de su ayuntamiento para verlo.

En cuanto a Valverde de Vera es un pueblo de sólo más 500 habitantes y que tiene todo el encanto de un pueblo medieval. Nos pareció un lugar fantasma pues no nos cruzamos prácticamente con nadie, pero estuvimos encantados de poder tenerlo solo para nosotros. La cantidad de agua que hay en la Vera, que sale de las montañas, está muy presente en este lugar donde las calles tienen un canal central donde discurre la misma. La construcción, el sonido del agua, las calles estrechas, los balcones… convierten al pueblo en un lugar encantado y que el turismo, que es mucho por la zona, ha sabido respetar.

Al día siguiente, tras amanecer y comprar el periódico, (soy un maniático de primera los fines de semana y los sábado y domingos necesito prensa en papel sí o sí ) camino a Cuacos de Yuste  para conocer el Monasterio donde se retiró el ya mencionado Emperador. Una vez conocido el lugar no es de extrañar que lo hiciera allí. Se trata de un modesto Monasterio con un igualmente modesto palacete anexo que le sirvió como residencia hasta su muerte. Perteneció a la orden de los Jerónimos y es de construcción simple con pocos elementos decorativos y materiales sencillos.

Es un sitio con un encanto especial y con unas vistas excelentes. Muy recomendable hacer la visita guiada en la que se te cuenta todo lo que necesitas saber de un lugar tan especial. Construido en el siglo XV y con múltiples reformas no se le daría la importancia que tiene hoy de no ser escogido en su momento para el retiro de uno de los monarcas más importantes que ha tenido nuestro país. Info

La siguiente parada fue Garganta la Olla. El fin de semana estaba resultando fantástico, a cada paso que dábamos, descubriamos algo nuevo e igual de bonito que lo anterior.

Una cervecita en la plaza del pueblo y algunas compras de productos típicos sirvieron para llevarme una agradable sorpresa… ¿O no lo es que en un bar de un pueblo de poco menos de 1000 habitantes tengan colgado esto de la pared?

Guadalupe iba ser el lugar que nos acogiera en nuestra segunda noche. El Parador no es tan espectacular como el de Jarandilla pero tiene un patio interior realmente bonito lleno de naranjos y limoneros. Una de las cosas que más me gusto de la zona fue precisamente eso, la cantidad de estos árboles que pudimos ver. El edificio tiene una interesante historia ya que durante los siglos XIV y XVIII fue un reconocido colegio de Medicina y Cirugía donde dicen que se realizó la primera disección humana.

Se encuentra justo enfrente del Monasterio de Guadalupe, que nada tiene que ver con el de Yuste. En absoluto es austero, como el anterior, y atesora muchísimas obras de arte entre las que hay un impresionante museo de bordados, colección de libros de oración y pinturas de Zurbarán, El Greco o Goya. Impresionante edificio en el que se aprecian todos los corrientes que se dieron entre los siglos XIII y XVIII (Gótico, mudéjar, renacentista, barroco y neoclásico), fue declarado Patrimonio de la Unesco en 1993 y solo se puede visitar acompañado por un guía o un fraile, según sea la instancia que se visita.

Es el lugar donde reside una de las de las vírgenes más populares del país, la de Guadalupe, patrona de Extremadura y de todas las tierras de habla hispana. Se trata de una talla románica de madera de cedro, de ahí su color negro, propia de los siglos XI y XII, como nos explicó el fraile que nos permitió verla de cerca. Me gustó mucho la sala que hay justo antes de acceder a ver la talla, el camarín de la virgen un lugar donde se encuentran las tallas de 8 mujeres fuertes del antiguo testamento, Sarah, María, Ruth, Deborah Jael, Abigail, Esther y Judith.

Como el Monasterio, el pueblo de Guadalupe no tiene que ver nada con todo los que habíamos visitado hasta ese momento. Aunque su población no es tan grande, es un conocido destino de peregrinación y por lo tanto está muy preparado para la recepción de visitantes y todo lo que ello conlleva: más servicios, más hospederías y más, si, vida nocturna :). Nada resta en un lugar que es igualmente recomendable y lleno de encanto.

La última parada, aunque nos desviamos algo, fue para ir al único de los lugares que ya conocía, Trujillo. Cuna del conquistador Pizarro, su patrimonio cultural es muy importante. Es imprescindible visitar el castillo (antiguo alcázar árabe) y  la iglesia de Santa María la Mayor (siglo XIII), donde es recomendable (aunque algo dificultoso) subir a su torre para ver la mejor panorámica de la zona. Trujillo es el típico lugar turístico que no ha perdido encanto aunque el mismo este algo masificado, vamos, que no han puesto una tienda de souvenirs donde no tiene que haberla, ¡bravo por ellos!.

A estas alturas alguno habrá echado en falta una de las partes fundamentales del turismo en esta zona: la gastronomía y no crean que es un descuido, no, lo mejor para el final. No se pueden dejar de probar sus sopas de tomate, sus migas, sus carnes, sus patatas revolconas, sus quesos y no sé cuántas cosas más en la que el pimentón es el rey. Muchas no son recomendables para alguien como yo que aún hoy está en tratamiento con «corticoles» aunque confieso que no me privé de nada.

Cáceres, y ya van siendo varias veces que visito la provincia, es muy, muy, muy recomendable.

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