Sí algún día alguien hiciera una película sobre mi vida, me gustaría que una parte se rodase en la Gran vía de Madrid. Sé que suena cursi y además nunca he vivido cerca de allí pero cualquiera de sus tres tramos, aún con lo que son hoy, me siguen pareciendo mágicos. Es cierto que los cines han ido desapareciendo mientras crecían las cadenas de modas, o que su esplendor se ha ido borrando con los años…pero no puedo evitarlo, sigue siendo uno de mis sitios favoritos, no sólo de Madrid sino del mundo entero.
Hay gente que me rodea que odia el centro de Madrid y lo evita cuando puede, yo no. A mí me tiene fascinado. La composición de las calles, sus locales, su aire cosmopolita y en ese centro de encuentra una gran avenida, ciertamente no muy larga, que ayer cumplió sus primeros 100 años. No hay semana del año que no pase por ella, bien porque vuelvo andando del trabajo y de camino a la estación de Príncipe Pío me veo obligado a cruzarla, bien porque su entorno es el más apropiado para encontrar la mejor música, también están cerca de ella las mejores tiendas de cómics de Madrid o, finalmente, porque tiene una noche prodigiosa.
Hoy, cómo muchos otros días, (y cómo muchos otros Madrileños), animado por el buen tiempo me he lanzado a recorrerla y a sacar fotos. Después de una semana santa que me he pasado prácticamente en casa… ¿Podría existir mejor plan? Cómo no me podía llevar el portátil…con un pequeño cuaderno he ido apuntando todo dedicándole (casi) por completo mi primer post de abril a este estupendo rincón
de Madrid.
Antes de llegar al primero de sus tres tramos, una agradable caminata por el Paseo de Recoletos me hace topar con las esculturas de Xavier Mascaró, unos enormes guardianes de metal que han estado vigilando la zona hasta ayer 4 de abril. Ya en Cibeles tuerzo a la derecha para tomar dirección a una de los mejores partes de la calle Alcalá. En ella están en Banco de España, el Instituto Cervantes (antes Banco Central) y el imponente Círculo de Bellas Artes, edificio de art-deco que durante esta semana santa ha abierto su terraza pudiendo así encontrar una incomparable panorámica de la ciudad.
Arriba : esculturas de Xavier Mascaró. Abajo: calle Alcalá.
Primer tramo: Alcalá-Red de San Luis. En 1910 se llamó Conde de Peñalver, en 1936 calle de la CNT y en 1939 se unificaron los tres tramos con el nombre de Avenida de José Antonio. Hasta 1982 no se llamó oficialmente Gran Vía.
Primer tramo de la Gran Vía. Vista desde la calle Alcalá.
Es el tramo más aristocrático y lujoso. Allí encontramos Loewe o los clásicos zapatos castellanos de toda la vida. Un enorme luminoso de Rolex sobre la joyería Grassy (Gran Vía 1, Eladio Laredo, 1916) nos anuncia una cuesta arriba de lujo y glamur.
En ese trozo están la mítica coctelería Museo Chicote (Gran Vía 12) y el, hoy de moda, Mercado de la Reina. Aunque no es la Gran Vía, la cúpula del edificio de Metrópolis (Alcalá 39 obra de Jules y Raymond Fevrier 1907-1910) simboliza el comienzo de la calle. ¿Vivencias personales? En este trocito de calle celebraron su boda unos muy amigos míos y la he recorrido, acompañado y sólo, un montón de veces.
El archifamoso Museo Chicote…¿Cuantos tragos se tomaría aquí Hemingway?
Segundo Tramo: Red de San Luis-Callao. En 1918 se llamó Avenida de Pi y Margall y en 1937 avenida de Rusia.
Red de San Luis.
Hoy la Red de San Luis es una plaza, pero hubo una época en que los autobuses paraban allí y podías cambiar de línea. La peatonalización de Montera, que comunica Gran Vía con Sol, dió al traste con un sitio al que yo llegaba, cuando era más joven, gracias al 40, línea de autobús que te llevaba hasta allí desde Alfonso XII (la otra punta de la ciudad).
Arriba, segundo tramo de la calle. Abajo, la salida del Metro y punto de encuentro de todo tipo de gente.
En la esquina hay uno de los más bonitos McDonald´s que te puedas encontrar en el mundo y en este pedacito de calle, creo que el más corto, está el que fue el primer rascacielos de Europa, el edificio de Telefónica (Gran Vía 28, Ignacio Cardenas y otros 1926-1929) que en sus bajos alberga hoy un impresionante local comercial de la operadora. Justo en la puerta de tan magnífico edificio está la salida del metro. Donde en una época había tiendas de música (Madrid Rock) y cines hoy están situadas prácticamente todas las marcas de moda joven que tienen en esta zona sus más espectaculares locales. La Casa del Libro es la superviviente cultural de este tramo ocupado por Zaras y H&M´s. No queda ni un cine hasta llegar a Callao y es un tramo mucho más bullicioso, por lo comercial, que el anterior. Recuerdo haber visto muchas películas en los cines Avenida (Hoy H&M) y en el Palacio de la Música (Hoy en obras dirigidas a un nuevo proyecto). Este trozo, que comienza con la confluencia de las calles Hortaleza y Fuencarral, es punto de encuentro de gran parte de la vida nocturna de la zona y la fauna que la recorre es digna de figurar en revistas de tendencias. Una gozada.
Plaza de Callao. Cine Callao y edificio Capitol.
Tercer Tramo: Callao-Plaza de España. En 1921 se llamó Eduardo Dato y en el 37 Avenida de México.
El Broadway de Madrid. Donde hubo teatros y luego cines, hoy vuelve a existir teatros dedicados, fundamentalmente, a los musicales. En el entorno de Callao aún encontramos cines, el trió de complejos que forman el Callao, el Capitol y el Palacio de la Prensa, los tres en edificios muy singulares y característicos. El luminoso de Schweppes que corona el Edificio Capitol (Gran Vía 41. Martinez-Feuchi y Eced, 1931-1933) es uno de los indultados por la reciente ordenanza municipal que obliga a la retirada de estos. Más modesto, arquitectónicamente, es el Palacio de la Prensa (Gran Vía 46, Pedro Muguruza 1925-1929) que se sitúa justo enfrente y conforman una plaza que siempre está tan concurrida que uno nunca se para a observar.
Callao es, para mí, tan centro de Madrid como la misma puerta del Sol y últimamente, con su peatonalización, se le ha dado mucho protagonismo. Allí están El Corte Inglés y mi adorada Fnac que hace las veces de centro cultural de la zona.
Último tramo de la Gran Vía vista desde Callao.
Dejando atrás Callao nos adentramos en el que es el más decadente tramo de los
tres que tiene la calle. La luminosidad de los musicales no impide que el resto este algo degradado y que resulte un poco triste. A mí, personalmente, es el que más me gusta. Es porque es el que más visito ya que en calles paralelas están la sala Morocco y el estupendo bar Fabuloso, pero también muchas de las más antiguas tiendas de comics de Madrid.
Tiene un par de restaurantes muy buenos y famosos, pero de toda la calle yo me quedo con Nebraska. La cafetería parece haberse quedado en otra época, camareros incluidos, pero es justamente ese aire retro (y el mejor sándwich vegetal de la ciudad) lo que me tiene enganchado a este sitio.
Las espectaculares torres de plaza España, de cuyo parking soy socio de honor, ponen fin a la calle y a mi recorrido por ella. He disfrutado muchísimo escribiendo estás líneas y he preferido ser escueto por la cantidad de fotos que he colgado.
Sólo me queda añadir:
¡FELIZ CUMPLEAÑOS GRAN VÍA!