TAKAYAMA – TUSMAGO – NAGOYA- HAKONE Lunes 17 de agosto de 2015

Segundo día en el interior de Japón y, si no fuera por lo espectacular que resulta su vegetación y los paisajes,  la compañía que teníamos, y la sorpresa que nos llevamos por la noche en Hakone, hubiese sido con mucho el día más tedioso del viaje.

 


No fueron 7 horas y 18 minutos, como dice el maps porque si bien el trayecto Takayama – Tsumago – Nagoya lo hicimos en autobús (unos cuantos kilómetros), la parte final, Nagoya – Hakone la volvimos a hacer en el tren bala.



Tsumago es un pueblo de esos encantadores que servía como parada y posta en la antigua carretera de Nakasendo, ruta de Samurais. El pueblo es muy turistico, de hecho debe vivir sólo de eso, pero aún así es muy tranquilo y, a ratos, parecíamos los únicos del lugar. 


 

El paseo, muy agradable pese a que estaba nublado y se presentaba lluvioso, se completó con una visita comocimos un Waki Honjin ( antigua hospedería de los Samurais). Allí pudimos ver como se alojaban, como dormían, comian, se aseaban y calentaban los menciondos guerreros. Un lugar casí mágico, de verdad. Esos jardines interiores daban muestra de la belleza de cada uno de los rincones del pueblo. Una maravilla descubrir una cultura tan diferente de la nuestra. Lo que te deja el viajar no son las fotos bonitas ni las compras, son estos momentos que, por muy buena que sea la cámara o el objeto que te compres, se guardan mejor en tu cabeza y retina.

 

 

Podría colgar muchas fotos pero he elegido esta. Por favor, prestad atención a los trajes que se ven en este escaparate. Una cosa absolutamente imposible en un lugar impensable. Uno imaginaría solo tiendas de artesanía y souvenirs y vo y me encuentro con una tienda de ropa de hombre con unos modelos tan glamurosos que solo se podrían dos o tres personas de todas las que conozco. Eso sí, los trajes les quedaría absolutamente geniales.
 

 

Unas horas, autobuses y trenes balas, después llegamos a Hakone, donde llegamos en la tarde-noche, un rato antes de cenar. El hotel nuevamente tenía un onsen pero lo mejor no era eso, sino que las habitaciones tenían dos espacios. Uno convencional, con camas a lo occidental, su mesilla y sus lamparitas y justo en frente un tatami donde poder dormir, con un futón en el suelo, a la manera en que lo hacen los japoneses. Mesita baja para tomar el té, la condición de subir descalzo al tatami y, otra vez, kimono y pantunflas para movernos por el hotel o en la habitación. En la foto se puede ver como era, la mesa lo movías y ahí plantabas el futón y…¡a dormir a la Japonesa!

 

En el hotel de Hakone fue donde por primera vez vi una sala de Karaoke. Me quedé espantado, de verdad. Un habítaculo pequeñisimo, en el que puedes fumar (cosa que en Japón es extremadamente restrictiva) con unos sofás, no para muchos, y un aparato de televisor. Todo muy oscuro. Me pareció algo triste y siniestro para nosotros que asociamos esa actividad a bares muy abiertos y a mucha luz y diversión.
La cena, totalmente occidental, nos supo a gloria. Después de estar varios días comiendo comida Japonesa ya teníamos ganas de algo típicamente europeo. Nos reímos mucho y allí descubrimos que fue un acierto no entrar al espectáculo de Geishas de Gion en Kyoto, porque había sido, según con quien nos tocó esa noche compartir mesa, algo decepcionante (Zum, Zum, Zum)

 

Hakone es rebautizada Tokio 3.0 en el manga apocalíptico Evangelion, uno de los más populares del la historia del género y muy presente en las tiendas que encontramos en la calle frente a la estación. Allí se vendían muchos souvenirs y figuras de la serie, y además fue la antesala de lo que vería en Tokio. Porque si Kioto tenía el Museo Internacional del Manga, lo que vería desde entonces iría enamorándome cada vez más de este tipo de cómics.
Se trata una ciudad pequeña con tan solo 14.000 habitantes. Salimos a dar una vuelta y catamos, por primera vez, la lluvia en tierras japonesas. La noche cayó como una losa, cerrando todos los locales que habíamos visto por la tarde, lo que nos dificultó el encontrar un sitio para tomarnos una cerveza hasta que recordamos este cartel.
Como veis la única palabra que fuimos capaces de leer fue BAR. Cuando lo encontramos nos llevamos una de las sorpresas más agradables que nos ocurrieron en todo el viaje. Llegamos a un local en el que parecía que había habido algo y ya estaban desmontando pero no obstante, los que estaban allí se giraron y con una sonrisa nos ofrecieron una cerveza bien fría y, además, patatas y judías verdes con sal que son una exquisitez. El caso es que mientras desmontaban, se acercaban a nosotros y nos hablaban en inglés, siempre sonriendo. Nos sorprendimos por su amabilidad pero la sorpresa fue mayúscula cuando apareció ella.
No tengo documento gráfico porque la impresión me pudo más, pudimos ver y hablar con una auténtica Maiko (Geisha). No muy alta y aún maquillada se acercó a nosotros y con un inglés dulce y perfecto nos preguntó que de donde eramos y que estábamos haciendo allí. Nos explico que era la cantante principal del espectáculo que acababa de terminar ¡Qué pena no haberlo visto!. Fue una experiencia única poder conocer a alguien así. Nos pusimos muy contentos Sonia, Pedro Josema y Yo porque vimos en Hakone algo que no no pudimos ver en Kioto y, aquí soy egoísta, lo disfrutamos nosotros solos. Estas son las cosas que se te quedan de los viajes y siempre recordare ese momento y a la gente que conmigo estaba.
Con una sonrisa de oreja a oreja…en la cama me meti con la esperanza de poder ver al día siguiente el espectacular Monte Fuji…
LECCIÓN DEL DÍA: viajar con miedo no es viajar. Lánzate a preguntar porque el no, siempre lo tienes.

 

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