En marzo de 1998 acudí por primera vez al Teatro Real de Madrid para vivir mi primera experiencia con la ópera. Tenía 24 años y tuve mucha suerte. Cuentan los entendidos que la primera vez puede servirte para amar u odiar el género y eso depende, y mucho, de cuál sea la ópera con la que te estrenes. 2 horas y media después de entrar, la ópera y yo comenzamos un camino juntos que aún recorremos, acompañados de música pop, cómics de superhéroes, libros y mucho cine. Esta semana, 20 años después y en el mismo lugar, he disfrutado con la misma partitura que me conquistó: Aida, de Guissepe Verdi. Y lo he hecho no una sino dos veces.
Programas de Aida en el Teatro Real : 1998 – 2018
Aida es una de las últimas obras de Verdi. Estrenada en 1871, solo quedarían para finalizar su espléndida carrera sus dos últimas óperas, Otello en 1887 y Falstaff en 1893. Se sabe que Aida fue un encargo de Ismail Pachá, jedive de Egipto por el que se pagaron 150.000 francos de la época y que tenía como condición que tuviese un argumento asociado al país. Se ha descartado que el encargo estuviese motivado por la apertura del Canal de Suez y leyendo varias páginas (os recomiendo iopera) el origen de esta ópera parece algo enrevesado.
Aida es una ópera en 4 actos compuesta por Verdi con libreto de Antonio Ghislanzoni, basado en un argumento de Auguste Mariette y Cammille du Locle que, y esta es otra nota de su exotismo, se vio por primera vez en el Teatro de la Ópera del Cairo la nochebuena de 1871. Para cuando se estrenó, Verdi ya tenía poco que demostrar. 20 años atrás ya había triunfado con la trilogía popular (Rigoletto en 1851 y Il Trovatore y La Traviata en 1853) pero con Aida obtuvo otra vez un gran éxito, sin mostrar signos de decadencia ni dejándose, todavía, llevar por la música que se hacía más al norte, concretamente, la realizada por cierto compositor alemán al que no tengo en gran estima.
6 de la operas más representadas en el mundo durante la temporada 2015-2016, de la que tiene registros Opera Database, fueron del compositor italiano, siendo Aida la duodécima en número de representaciones y La Traviata la primera.
Fuente: Opera Database
Pese a que cualquiera de las 25 óperas más representadas podría ser elegida como ejemplo del género, me encanta lo que el profesor Francesco Izzo escribe en el programa de esta nueva reposición:
“Si me presionase para que les diera una respuesta, mi inclinación sería afirmar que la ópera «par excellence», la obra que, como ninguna otra, refleja y moldea nuestra idea de lo que es la ópera, sería Aida, de Giuseppe Verdi”
Y yo no puedo estar más de acuerdo. De hecho he comentado varias veces con Josema (Experto en ópera entre otras muchas cosas) que quizás hay otras operas con mejores argumentos o mejores músicas, pero Aida siempre me ha parecido una de esas que lo tienen todo : soprano, mezzosoprano, tenor, barítono, arias, ballets, marchas y una escenografía que invita a la exageración. Todo en Aida parece grande aunque lo cierto es que si te abstraes un poco, resulta una ópera bastante íntima, como también me han hecho notar esta semana.
El argumento es un triángulo amoroso entre una esclava etíope (Aida), un héroe del ejercito egipcio (Radamés) y la hija del Faraón encaprichada de este (Amneris) con el antiguo Egipto como telón de fondo. Contiene elementos como el aria Celeste Aída o la Marcha Triunfal, primer y segundo acto respectivamente, que son muy conocidos y suelen formar parte de recopilaciones que reúnen lo mejor de la música clásica. Se suelen representar en dos partes, siendo la primera (actos 1 y 2) las más espectacular en cuanto a recursos y la segunda mucho más intimista. 2 horas y media de duración en una ópera que se pasa volando porque el argumento está bien estructurado y genera interés (como muchos folletines) y por una música donde encontramos mil matices: desde el estruendo de la marcha triunfal hasta el recogimiento que supone el final de los amantes. No es una ópera, es un operón.
El montaje que ha presentado el Real para esta reposición, que se hace como homenaje a al tenor Pedro Lavirgen y que ya acaba el domingo 25 de marzo, respeta elementos de aquel que vi en el 98, como su espectacular telón, pero mejorado con nuevas visuales que engrandecen el ya de por si enorme escenario del Teatro Real. Es obra de Hugo de Ana, muy aplaudido por un público rendido a un montaje de los que marcan época.
No es de extrañar que esta ópera, como Carmen (Bizet), Turandot (Puccini) o la tetralogía del anillo del alemán sean carne de espectáculos al aire libre y con aparatosos montajes. Así vi yo una Carmen en la Arena de Verona (Un viaje que bien merecería una serie de post, siempre pospuestos) en un montaje en el que había hasta animales sobre el escenario. Con Aida, y con el impresionante Egipto de los Faraones como telón de fondo, os podéis hacer una idea de la que se puede montar, aquí os dejo un ejemplo de la citada Arena de Verona.
20 años separan los dos programas que veis en la foto con la que se abre este post. Unos años después de aquella primera incursión conocí el Liceo de Barcelona, al que acudí en más de una ocasión y donde, curiosidades de la vida, vi Lohengrin del por mí siempre cuestionado (lo siento, ni con 44 años cambio de opinión) Richard Wagner (por fin lo menciono). Para 2005, 7 años habían pasado desde que nos conocimos, el Teatro Real y yo consolidamos una relación que llega hasta hoy. Sé que no es perfecto, que tiene detractores y que hay quienes se quejan, sobre todo cuando asume riesgos, pero le doy las gracias por formarme y darme a conocer obras de las cuales siempre (incluso aquellas que no me han gustado nada) he aprendido algo.
Pocos teatros del mundo tendrán esta vista desde sus salones. Por muchas veces que vaya, nunca me canso.
Gracias por leerme