He tomado el título de las cinco entradas escritas sobre París haciendo variaciones de una misma frase: París bien vale una misa un tópico cultural atribuido a Enrique de Borbón (Enrique IV) que era protestante, pero eligió convertirse al catolicismo para ser rey de Francia. Ésta última entrada es para comentar aspectos del viaje que no he comentado en ninguno de los anteriores y sirve como broche a dos días realmente magníficos.
Un plano de metro en tamaño DIN-A3 fue de ayuda indispensable para moverme por la ciudad. La red de metro es eficiente y muy fácil de utilizar, además el sistema de salidas numeradas que tienen las estaciones más grandes es de lo más útil. Lo he notado algo más sucio que el de Madrid y, pese a que eran días complicados, la seguridad debe estar muy camuflada porque no vi guardas de seguridad en las estaciones lo que provocó algún desagradable episodio relacionado con los malos olores, del que es mejor no hablar.
Un tiquet diario, con número ilimitado de viajes, para moverte por las 2 zonas de París cuesta 9 euros, y uno para dos días, 18 euros lo cual no es nada desproporcionado si comparamos que uno en Madrid por 10 viajes cuesta 12 euros. Por la noche, y por eso de conocer previamente el coste del trayecto, nos movimos con Uber, un servicio que está mucho más implantado en París que en Madrid y resulta económico, si lo compartes, y práctico. Moverse por París no es por tanto nada difícil, aunque yo siempre recomiendo largas caminatas para perderte por una ciudad que siempre tiene algo que ofrecer.
En cuanto a comer, hay de todo. París es una ciudad cara pero también hay que tener criterio y no caer en las cosas en las que no caeríamos en Madrid o en la ciudad en que vivaís. Si en el entorno de la Plaza Mayor entendemos que un plato de paella con sangría puede costar 30 euros ¿Por qué nos sorprendemos por los precios de un restaurante en plenos Campos Elíseos?. No se me pasa por la cabeza comprar 6 populares macarons por 20 euros por considerarlo una salvajada, así que es cuestión de tener cabeza.

Para las visitas a museos o monumentos es preferible comprar la entrada con antelación, no solo para evitar colas sino porque directamente puede no haber entradas como me pasó a mi cuando descubrí que había una exposición de Basquiat en la fundación LVMH. Me dio mucha rabia no ir porque es bastante complicado encontrarse con retrospectivas de este artista, espero que alguna de las salas de Madrid haga algo al respecto algún día.
En cuanto a compras, es una ciudad soñada para el que tenga un buen bolsillo, pero también para el que busque comprar en tiendas más populares como GAP o la ya comentada Uniqlo que no tenemos en Madrid con tiendas propias. Con el tema de la globalización hay pocas cosas que ya no se encuentren en todos lados, pero siempre hay algunas que pertenecen exclusivamente a ese país. Es el caso de mi adorada Orangina. Yo sé que tomar refrescos no es bueno, pero me he hinchado a beber esta bebida de naranja en el que se percibe la pulpa…mmmmm, todo el que me conoce sabe que me enloquece y hasta tengo una vecina francesa que cada vez que vuelve a su país se ofrece a traerme.
No puedo escribir mucho de la noche parisina puesto que algunos de los objetivos de este viaje exigían madrugar, pero es una ciudad famosa por sus noches míticas y llenas de glamour. Solo hay que leer los libros de Màxim Huerta ambientados en la ciudad para que te entren ganas de ir a París y vivirla. El entusiasmo que Huerta muestra es contagioso y confieso que mucha culpa de esta escapada la tiene la lectura de un libro suyo: La parte escondida del Iceberg.

Se acaba de publicar París será tojours París, escrito por él e ilustrado por María Herreros que es una nueva carta de amor a la ciudad. Si lo veis en alguna librería, dadle una oportunidad y hojeadlo pues es, además de «un mapa de la ciudad soñada», una autentica joyita.
Si pude ver que el entorno de la Bastilla es muy animado y el aspecto de la cercana rue de Lappe es el típico de una zona de bares donde se veía disfrutar a la gente joven en locales de todo tipo. Otra zona con buen ambiente es el entorno del Centre Pompidou, una zona más «abierta» si cabe. Tomando una cerveza por allí, me divertí muchísimo viendo a un grupo de chicas celebrando la noche mientras bailaban, atención, vídeos del videojuego Just Dance que el DJ pinchaba en las paredes de local. Aquí una muestra
No sé si se la habrá ocurrido algún bar español, pero a tenor de cómo se divertían las chicas, podría ser la bomba.
Y así acabó un fantástico fin de semana parisino. Un destino al que habría que volver cada cierto tiempo. ¡Quién pudiera! No soy profesional de viajes por lo que espero que nadie tome estas indicaciones como idea de una escapada, si pensáis en ir a París, mejor informaros antes en páginas como esta.
Andar, andar, andar es mi consejo para este o cualquier viaje y siempre es la forma más barata de moverse y la mejor para conocer bien una ciudad. Me encanta haber publicado 5 entradas con París de fondo sin necesidad de poner ni una foto de la Torre Eiffel, era un poco el espíritu del viaje, poco turismo y más cultura.
Muchas gracias por leerme (si, a pesar del Just Dance :))