Semana lírica de verano con el trovador y M.Butterfly

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De todas las cosas que disfruto, que son muchas, la ópera es el tema sobre el que más me cuesta escribir. Desde que la descubrí en 1998 y tras más de 20 años de verlas con cierta regularidad, sigo siendo un profano en el tema musical que está limitado a discernir, con una cierta simpleza, que es lo que me gusta y que lo que no. Soy básicamente un entusiasta que se emociona con la música sin ir mucho más allá. Esta última semana de julio de 2019 y con tan solo 3 días de diferencia he podido dar rienda suelta a mi entusiasmo disfrutando de dos óperas tan famosas que podría escribir este post solo mencionando su argumento y alguna de sus arias y no hubiese sido necesario poner su título.

La importancia de estas óperas, ideales para empezar a amar el género, trasciende lo puramente lírico. Incluso aquellos que nunca han escuchado ópera saben de la existencia de ambas y de los compositores Verdi y Puccini. En la temporada 2018/19 y según Operabase, una página que me gusta consultar como curiosidad, ambas están entre las 20 más representadas. 134 producciones y 520 representaciones para Madama Butterfly y 66/223 en el caso de Il trovatore.

Un top 20 del que, salvo Nabucco también de Verdi, he podido disfrutar alguna ocasión. Un erudito del tema, y no sin razón, dijo que yo era un mal aficionado cuando decía de una ópera que la había visto. Hoy sé que tenía razón. He disfrutado de las aventuras de Violeta, Cio Cio San y Carmen varias veces y siendo siempre una misma partitura, cada ocasión era diferente de la anterior. Los intérpretes, el montaje o el teatro hacen que, por ejemplo, las 190 producciones de La traviata se convierten en 190 óperas distintas. Por lo tanto, no he visto un Cosí fan tutte, sino tres distintos.

Il Trovatore
Giuseppe Verdi

Función del 24 de julio de 2019. Teatro Real. Madrid

Drama en 4 partes.
Libreto de Salvadore Cammarano basado en la obra de teatro El trovador (1836) de Antonio García Gutierrez

Nueva producción del Teatro Real en coproducción con la Ópera de Monte-Carlo y la Royal Danish Opera de Copenhague.

Director musical: Maurizio Benini
Director de escena: Francisco Negrín
Director del coro: Andrés Máspero

Ludovic Tézier (El conde de Luna)
Lianna Haroutouanian (Leonora)
Ekaterina Senmenchuk (Azucena)
Francesco Meli (Manrico)

Mi primera vez con esta obra maestra de Verdi fue el miércoles 24 de julio. Completaba así la famosa trilogía popular de Verdi que esta ópera forma con Rigoletto (1851) y La Traviata (1852).  Siempre que me han mencionado el tema me he preguntado a que se referían con «popular» y encontré la respuesta en el blog LaOpera.net. Después de tratar en sus óperas temas patrióticos, históricos y grandilocuentes, estas tres obras se centran en los sentimientos, alegrías y penurias de sus personajes. Os remito al blog comentado donde la información está desarrollada de una manera esplendida y llena de datos que resultan muy interesantes.

A todos los que alguna vez tengáis la oportunidad de ir al Teatro Real no puedo dejar de recomendaros que lleguéis un poco antes para poder disfrutar de la charla que sobre la ópera que toque ese día da Jose Luis Téllez. Todos los días de función, 45 minutos antes del comienzo de la representación, este veterano musicólogo y comentarista analiza la ópera en la Sala Gayarre, de acceso libre a todos los asistentes. No solo nos sitúa en el contexto histórico o nos da pistas del proceso de creación de la obra también nos ayuda a entender que es lo que vamos a ver musicalmente hablando. Aunque a veces se ponga muy técnico y para un profano sea un lio enterarse de si un mi menor está sostenido o si un bemol está relacionado con otra nota…no lo entenderás todo pero te ayuda a comprender lo que estás a punto de descubrir.

Nos contó que la ópera se basa en la obra El trovador, del escritor español Antonio García Gutiérrez (Chiclana de la Frontera, 5 de julio de 1813-Madrid, 6 de agosto de 1884) (he puesto los datos de nacimiento y muerte porque cualquier cosa que tenga que ver con Chiclana de la Frontera tiene un rinconcito en mi corazón). Téllez nos contó que la obra de teatro fue un exitazo allá por 1836 y que debió llegar a Verdi por la pertenencia entonces de Nápoles a la Corona Española. A la ópera le pasó lo mismo, en cuanto fue estrenada se convirtió en un éxito incontestable. Debutó en Roma en 1853 y ese mismo año ya se representó en varios teatros de Europa, haciéndolo en Madrid tan solo un año después.

La historia se desarrolla en la España del Siglo XV y es un drama sin concesiones con un complicado y novelesco argumento difícil de resumir en 3 líneas. 4 actos divididos cada uno de ellos en 2 partes y con una duración de algo más de 2 horas, es una ópera dinámica con una acción tan trepidante que parece una película de aventuras. En la primera hora pasan muchas cosas: queman a una bruja, se enfrentan dos rivales, hay una confesión de amor, se cuenta el sacrificio de un niño, hay un ingreso en un covento…todo vivido con mucha pasión e intensidad e incluyendo uno de los coros más famosos de todos los tiempos.

Los que me han dicho que gustándome como me gusta el pop chicle y de mala calidad, lo de ópera es una pose para poner un barniz de calidad a mis pésimas elecciones deberían haber visto mi cara disfrutando mientras sonaba la música de Verdi. Tanto me gustó que podría escuchar esta ópera solo de manera instrumental y me seguiría entusiasmando. El cuadro artístico fue muy aplaudido, sobre todos los 4 personajes principales y tiene tantos momentos sublimes que no podría quedarme con uno. El coro de los Gitanos me dejó los pelos de punta, pero igualmente emocionado en el momento en que Leonora hace su ingreso en el convento o cuando Azucena confiesa a su hijo, Manrico, el negro pasado que oculta. Digno de mencionar también es el montaje, simple y alejado de convencionalismos. Puede no gustar, pero ni distrae del argumento ni distorsiona la trama, lo cual es, para mi, suficiente.

Tan contento acabé que cuando terminé de aplaudir comenté que era lo mejor que había visto este año, lo cual era algo exagerado y dejaba en mal lugar a otras óperas que esta temporada también he aplaudido mucho como Faltaff, Turandot, Fausto o si, raro en quien escribe, la primera ópera del anillo de Wagner Nibelungo, El oro del Rhin. En cualquier caso, ha sido un gran final para una temporada estupenda, esperemos decir lo mismo de la que empieza en octubre pero, sobre el papel, no pinta nada mal.

Madama Butterfly
Giacomo Puccini

Función del 27 de julio de 2019. Teatro Auditorio San Lorenzo de El Escorial.

Ópera en 3 actos (originariamente 2)
Libreto de Giuseppe Giacosa y Luigi Illica.Basada en parte en el cuento Madame Butterfly (1898) de John Luther Long, que fue dramatizado por David Belasco, y en la novela Madame Chrysanthème (1887) de Pierre Loti.

Producción de Palau de les Arts-Valencia

Director musical: Giuseppe Finzi
Director de escena: Emilio Lópe
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Ainhoa Arteta (Cio Cio San)
Marcelo Puente (B.F Pikerton)
Gabriel Bérmudez (Cónsul Sharpless)
Cristina Faus (Suzuki)

Desde hace varios años hago mis planes de verano reservando el último fin de semana de julio para el mismo evento. En la siempre apetecible localidad de San Lorenzo del Escorial organizan todos los años un festival de verano que incluye un par de noches de lírica, siendo las obras elegidas muy populares en el repertorio. Allí he visto La Boheme, Don Carlo o, el año pasado, una divertidísima versión de La italiana en Argel. En 2019 le ha tocado el turno a Madama Butterfly y ha merecido la pena aplazar cualquier plan para volver a ver a Cio Cio San haciéndose el harakiri.

Es una historia muy triste que se ambienta en el Japón de principios del Siglo XX y cuenta la desigual  relación entre una jovencísima Butterfly (Cio Cio San) y un oficial norteamericano (B.F Pikerton). Un Drama universal, una historia triste más que se hubiese difuminado en el tiempo (parece que fue real) de no ser por la música de Puccini. Si con Il Trovatore os comentaba que podría oírla de manera instrumental y me hubiese gustado igual, con Madama Butterfly ese sentimiento se multiplica por un millón.

La fuerza y emoción que Puccini le puso a la ópera contagia al espectador de tal manera que, pese a que todos conocemos el dramático final, es inevitable asistir a un masivo derramamiento de lágrimas desde el arranque del segundo acto. Es una música que invita al dramatismo y es precisamente por eso que a pesar de ser una de las más famosas de todos los tiempos, algunos prefieran otras obras del mismo autor más contenidas en ese aspecto, aunque igual de tristes, como La Boheme, Tosca o Turandot.

Segunda experiencia con Ainhoa Arteta, una persona que me despierta tanta simpatía que me tiene ganado nada más salir a escena y también con Cristina Faus, a la que sigo en instagram después de verla en la Zarzuela, y que convenció y levantó muchos ¡Bravos! (incluidos los míos, que soy muy de gritarlos) con su Suzuki (¡Qué bien se lo ha llorado todo, comentaban en las primeras filas). Ellas fueron las estrellas de la función por muy bien que estuvieron Marcelo Puente y Gabriel Bérmudez como el díscolo Pikerton y el sensato Sharpless, respectivamente.

El montaje del Escorial, teatro que según leo ha vivido tiempos mejores y parece dejado de la mano de la Administración, se vio ya en Valencia y resulta perfecto para la ópera aunque se ambiente casi 45 años después, en la II Guerra Mundial. Choca que ni la Orquesta Titular de la Comunidad de Madrid ni el Coro de la misma sede fueran los encargados de llevar esta vez el tema. Hay algunas cosas de las que, de verdad., prefiero no saber nada. La orquesta sinfónica Verun y su coro, originarios de Tomelloso, fueron los encargados de sustituirles y pasaron con nota la prueba.  Es muy meritorio teniendo en cuenta que el público era el mismo, muy exigente, asiduo a las representaciones del Teatro Real.

Ya he visto otra Butterfly, puede que no sea la definitiva pero en esta me he dado cuenta, ya era hora, de lo abierto de su final. ¿Volvía Pinkerton a quedarse con ella presa del arrepentimiento o tan solo a despedirse? Esos ¡Butterly! ¡Butterfly!…del final del tercer y último acto dejan varias lecturas. Investigaré sobre el tema.

Si pasan por aquí por casualidad, disculpen mi escasa formación musical pero celebren conmigo mi entusiasmo (espero que sea contagioso).

¡Viva la ópera!
¡Viva Madrid!

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