1001 discos que hay que escuchar antes de morir /3 (1966-1967)

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Con el tiempo que tuve durante el pasado fin de semana, tomé el libro y ordené los discos tal y como en él aparecen así que desde esta entrada (y quedan algo así como 30 más) seguiré su orden. ¿Y qué decir de este bloque? Pues que me va a costar despedirme de él y pasar el siguiente, no solamente porque dos de los considerados mejores discos de la historia de la música están entre los 30 de este grupo sino porque he descubierto auténticas joyas de las que ya no podré separarme más.

15 discos publicado en 1966 y otros 15 que salieron en 1967 es lo que encontramos en esta tercera parte de mi particular reto. Cuando acabe hoy abre completado casi el centenar de discos que debería haber escuchado antes de morir. No todos me entusiasman, pero lo estoy pasando muy bien y, sobre todo, me está ayudando a ampliar mis pobres conocimientos musicales.  Por cierto, como he ido colgando las portadas de los discos que escuchaba en redes sociales me han preguntado si me había vuelto hippie de golpe… ¡más quisiera!

Como diría Austin Powers, yeah baby, yeah!

No tengo autoridad para escribir sobre ninguno de los discos que vienen a continuación y lo hago, como siempre, desde mis impresiones. Si esto es algo que he repetido y repetiré en cada una de estas entradas, en la de hoy tiene más sentido que nunca

1966

La escucha arranca con Taxman, de The Beatles ¿no es fantástico? Obviamente no es la primera vez que escucho Revolver, disco que tengo en formato físico y que es tan bueno como para volver a él una y otra vez. Es cierto que contiene para muchos la odiada Yellow Submarine pero también está Good Day Sunshine es una de mis favoritas de todas las del cuarteto al que volveremos algunas veces más, sin ir más lejos, un poco más abajo.

Tomorrow never knows cierra el disco anterior y lo siguiente que suena es Wouldn’t Be Nice, primera canción de Pet Sounds, de los Beach Boys. Este disco nunca baja de los 10 mejores de la historia de la música en todas las listas que he consultado. En muchas suele alternarse en posiciones con el que llegará en 1967 de los Beatles y es para quien escribe uno de sus imprescindibles. Lo he escuchado muchas veces, lo tengo colgado en mi salón, lo he regalado a varios amigos y no tengo una sino varias ediciones físicas. Seguro que algún entendido estará de acuerdo conmigo en que si redujeramos la lista de 1001 a 51 este disco estaría entre 10 más destacados de la historia del pop.

Siempre pensé que Everybody’s Talking era una canción de Nilsson, pero fue compuesta por Fred Neil y grabada unos años antes de que la versión más conocida fuera un exitazo gracias a la película Cowboy de Medianoche e incluida en un disco ciertamente notable, sé que lo escribiré de todos, pero me lo he pasado bomba con este bloque, en serio. La canción en cuestión tiene un significado especial para mí porque alguien que ya no está me pidió, en la época pre-internet, que se la tradujera con mi pobre inglés y es algo de lo que me viene a la cabeza cada vez que la escucho.

Después de viajar a la quinta dimensión, con el que se considera mejor disco de The Byrds (intentad escuchar Mr Spaceman sin moveros) confirmé que trabajar dando brincos y moviéndose es harto complicado. The Monks era un grupo compuesto por ex militares de los Estados Unidos que parecían no creer en nada y este disco, Black Monk Time es propuesto por el libro como candidato al primero de género punk de la historia de la música. A mí me ha tenido saltando y moviendo la cabeza los 28.01 minutos que dura: ideal para una fiesta de desparrame y psicodelia. Muy divertido desde la primera canción, en la que tras el drama de la guerra nos invitan… ¡todos somos Monks! ¡todos a brincar!

Alright, my name’s Gary.
let’s go, it’s beat time, it’s hop time, it’s monk time now!
You know we don’t like the army.
What army?
Who cares what army?
Why do you kill all those kids over there in Vietnam?
Mad Viet Cong.
My brother died in Vietnam!
James Bond, who was he?
Stop it, stop it, I don’t like it!
It’s too loud for my ears.
Pussy galore’s comin’ down and we like it.
We don’t like the atomic bomb.
Stop it, stop it, I don’t like it . . . stop it!
What’s your meaning Larry?
Ahh, you think like, I think!
You’re a monk, I’m a monk, we’re all monks!
Dave, Larry, Eddie, Roger, everybody, let’s go!
It’s beat time, it’s hop time, it’s monk time now!

The Birds, The Monks y ahora The Kinks ¡Qué tres discazos! Repasando este Face to Face me gusta ponerme en el lugar de aquellos que escucharon esta y otra maravillas en el momento de salir. Nuestra primera vez no puede ser obligatoriamente igual que la de ellos: yo llevo escuchando toda la vida música, de todo tipo, y este sonido es anterior al que disfruté mientras crecía, pero para los que compraban discos a finales de los 60 esto era absolutamente rompedor, algo que nosotros ya no sentimos ni aun escuchando, yo lo hago, buena música nueva pues ya tenemos el oído mucho más preparado que aquellos que descubrieron entonces estas músicas.

Con The Mamas and The Papas me pasa como con los Beach Boys, no tengo que enfrentarme a un reto para escucharlos. Están siempre en mis dispositivos, en mis listas de reproducción y allí donde ponga música. En el caso de Paul Revere And The Raiders, lo confieso, no tenía el gusto y este Midnight Ride me ha encantado, la canción que abre el disco Kicks podía estar entre las novedades de cualquier viernes de este 2020 ¡Que maravilla!

Para ilustrar el disco siguiente el libro resalta la frase “No tomaba drogas” de Frank Zappa, uno de los responsables del Freak Out! de The Mothers of the invention. Cuesta creerlo. Una hora completa delirios psicodélicos en el segundo disco doble de la historia del rock (el primero fue Blonde on Blonde de Dylan). Divertido pero hay que tener la mente muy abierta para escuchar los más de 12 minutos que dura The Return Of The Son Of The Monster Magnet: a mi me ha tenido loco, está más cerca de la genialidad que de la tomadura de pelo, pero es arriesgado.

Luego llegaron los Rolling con Aftermath y creo que lo había oído ya un par de veces porque lo he tarareado casi entero mientras sonaba, sobre todo en los casos de Doncha Bother Me y Stupid Girl. Escribo esto a ratos, pero seguro que podría quedar, la cosa está difícil, entre mi top 5 de discos de esta entrada.

Aunque reconozco y respeto el talento de Simon y Garfunkel confieso que me aburrí o por lo menos supuso un bajón con lo que venía escuchando hasta entonces. Mucho más me divertí con los discos que quedaban hasta cerrar el año. A los The 13 Floor Elevators los descubrí gracias a la película Alta Fidelidad cuya banda sonora se abre precisamente con la primera canción de este disco. Por cierto, ganas leer el libro, la película está muy bien y la banda sonora también así que la novela de Nick Hornby me va a gustar seguro. Es otro de los que tengo en mi torre de sí o sí.

John Mauyall’s Blues Breakers con Eric Clapton, otra vez psicodelia y guitarras con The Yardbirds (definitivamente me quedo vivir en 1966) y la atemporal Nina Simone cierran el año e insisto ¡Qué año!. Aquí dejo una lista con una selección de lo que más me ha gustado.

1967

Stay…and we’ll make sex with music… así empieza la primera canción de esta segunda parte, la que abre el disco Beach Samba de la brasileña Astrud Gilberto, fantástica fusión de jazz y bossa nova cantada en inglés por quien puso voz a la versión en ese idioma de La Chica de Impanema. Chelsea Girl es el primer disco de Nico, famosa por su relación con The Velvet Underground, y prototipo de chica pop de los 60. El disco, que me ha gustado muchísimo, se adelantó a su tiempo y no fue un éxito entonces, pero ha ido ganando con los años: dos amigos de los que me fio bastante musicalmente hablando me lo confirmaron.

¿Qué se puede aportar sobre el siguiente álbum? Yo nada. Es tan conocido, su portada tan icónica y tan valorado que debe haber hasta libros dedicados a él. Es la primera imagen (quizás la segunda después de Abbey Road) que se le viene a la cabeza a la gente cuando se mencionan a los Beatles y todo el mundo ha escuchado por lo menos alguna canción de este disco conceptual. Una portada que es una obra de arte y un álbum absolutamente fabuloso de principio a fin.

Su impacto fue inaudito, según el libro un crítico declaró que se trataba de “un momento decisivo de la historia occidental” y su productor, George Martin confesó: «sin Pet Sounds, Sgt. Pepper nunca hubiera existido«. Así que donde los chicos americanos se vieron influidos por el Rubber Soul, los ingleses cerraron el circulo con un disco que acompañará siempre al suyo entre los más importantes de la historia de la música popular. Dos párrafos no son suficientes para describirlo.  Me veo superado, el único pero que le podría poner es que mi canción favorita del cuarteto Strawberry Fields Forever no está incluida en él.  Me he dado cuenta de una cosa: no he escrito el título en ningún momento ¿Hace falta?, aquí va la foto de mi edición física…

La recreación que figura detrás del vinilo es la del artista pop Antonio de Felipe, sustituyendo personajes por otros próximos a la iconografía del pintor, incluido él mismo sustituyendo a Ringo. Más preguntas, ¿cómo sigues escuchando algo después de esto?  Aunque ustedes no lo noten, he hecho un parón considerable en este preciso momento.

Recupero mi particular reto con el rock de Country Joe and The Fish, que con su canción Flying High, volando alto no me lleva a los niveles del disco anterior pero la culpa no es de ellos, les ha tocado bailar con la más fea. Su música entre rock, folk y country con algún tema instrumental sería un estupendo acompañamiento para tomar una cerveza mientras charlas y me ha venido muy bien mientras trabajaba. Tiene un buen título: Electric Music For The Mind And Body.

Buffalo Springfield, Captain Beefheart and His Magic Band y Moby Grape me han dejado como estaba, en la línea de la música de la época donde voy notando influencias de aquí y de allá pero sin ser capaz de identificar a cada grupo solo escuchando su música. Destaco Broken Arrows y Rock and Roll Woman de los primeros, que es lo que más me ha llamado la atención.

El rock progresivo de Pink Floyd, que hace su primera aparición este año con el disco The Piper At The Gates Of Dawns, nunca lo he llegado a entender, aunque es obvio que su sonido es completamente innovador. He prestado atención a su escucha, pero definitivamente no es lo que prefiero de este 1967 en el que estoy metido mientras escribo esto.

De este segundo bloque me quedo con los dos discos de Love, sobre todo Forever Changes, el de The Monkees y la más grata de las sorpresas, The Who Sell Out de The Who, con su original propuesta musical, que suena como lo que yo imagino que sonaría un programa de radio de entonces y su portada icónica. “El efecto que el pop tiene en la sociedad es increíble. Es algo poderoso” decía Peter Townshend en el año 68 y seguramente no sabía entonces cuánto de verdad había en aquella frase.

Llegó la hora de uno de los más injustos tops que tendrá esta serie de entradas. Ha sido, salvo por dos discos obligatorios, una elección difícil.

TOP 5

Pet Sounds / Beach Boys
Aftermath / The Rolling Stones
Sgt Pepper’s Lonely Hearts Club Band / The Beatles
Beach Samba/ Astrud Gilberto
The Man Who Sell Out/ The Who

Empezaremos la cuarta parte con un disco de la Velvet, seguro que no está nada mal.

1001 Discos que hay que escuchar antes de morir
Robert Dimery
Grijalbo
Séptima edición, actualizada, enero de 2009

#yomequedoencasa
#graciasporleerme.

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