Dejamos atrás la buena vida de Múnich para entrar en la carretera y, después de unas Coca-Colas  y unas gominolas Haribo (que me han parecido exquisitas y que me gustaría encontrar en Madrid), hemos llegado a la primera parada de nuestro camino hasta Praga.
RATISBONA (REGENSBURG)


Esta ciudad de la parte suroriental de Baviera me ha dado la oportunidad de conocer uno de los ríos más famosos del mundo, el Danubio. Es una de las típicas ciudades bonitas alemanas que si no fuera porque tiene más de 130.000 habitantes parecería el típico pueblecito Bávaro. Su centro conserva mucho de ese encanto alemán que ya he encontrado en otros lugares. Lo más impresionante es su catedral. Un enorme edificio de estilo gótico cuya construcción duró hasta 3 siglos y que está dedicado a San Pedro. Los guías de la zona que he podido pillar (no había muchos turistas) comentaban su parecido (no la conozco) con la muy famosa Catedral de Colonia. Como en el resto de sitios que he visitado, la catedral no es la única iglesia de tamaño gigante del lugar y, también como en el resto, están muy cerca unas de otras.
Otra atracción, Ratisbona es un sitio ideal para una parada de dos horitas en el que dar una vuelta, es un puente de piedra sobre el Danubio que recibe el nombre de Steinerne  y que data de 1135 (ya son años). Desde el lugar de obtienen las mejores vistas del centro de esta ciudad de cuento. Al ser de piedra es el primero de los puentes por los que paso que no tiene uno solo de los dichosos candaditos del amor.

En la ciudad he visto los últimos escaparates dedicados a moda bávara (snif!) y también he sido testigo de una boda civil. Resulta que la parte final de la ceremonia se celebraba en la calle, donde en ese momento había un nutrido número de turistas. Yo me he quedado porque había unas palomas blancas enjauladas y quería ver lo que pasaba con ellas. Resulta que cuando han bajado los novios una señora que parecía ser la madre de él, ha leído unas palabras delante de todo el mundo y cuando ha acabado, en lugar de tirar arroz o pétalos…¡han soltado a todas las palomas! me ha parecido un cosa curiosas y hasta he hecho un vídeo que, por cuestiones de espacio y privacidad, no voy a colgar… ¡Qué vivan los novios!
A unos 12 kilómetros de allí se encuentra algo realmente sorprendente. En Donaustauf, un pequeño pueblo, hay a la orilla del Danubio una especie de templo griego (estilo dórico) que fue edificado a petición del rey Luis de Baviera para honrar a los grandes personajes alemanes. Recibe el nombre de Walhalla, que (que bueno ser lector de cómics) es el lugar donde residen los héroes muertos de la mitología nórdica. Ya que pasábamos por allí merecía la pena desviarse unos kilómetros para observar el templo. Lástima que unos andamios hayan impedido lo que parecía una foto espectacular.


Otros tantos kilómetros después hemos llegado a la República Checa donde nuestra primera comida ha sido en un Mc Donald’s de un área de servicio de la autopista: puede no ser lo mejor del mundo pero ante la duda el tío Ronald McDonald es una garantía de sabor conocido.
Y por fin, PRAGA. (No tengo palabras para las primeras tres horas que he pasado en la ciudad).




Algo corto hoy pero las palizas kilométricas que nos estamos dando me dejan muerto y resumir lo que he visto de la ciudad imperial desde la que escribo esto es…es…muy difícil y merece un post propio.
 Saludos…y por favor, comentadme que me hace mucha ilusión!!

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