TOKIO Jueves 20 de agosto de 2015
Escribo esto, contando los últimos días que pasamos en japón justo 2 meses después de haber empezado aquel magnifico viaje. De hecho, minutos antes de ponerme a terminarlo he mandado un montón de fotos vía whatsapp a los amigos que hicimos durante el viaje. Volviendo al jueves 20, ese día, y ya hasta que nos fuéramos, eramos completamente libres para perdernos.
Nuestra primera parada de la mañana fue el mercado central del pescado de Tokio. El mercado de Tsukiji es el mercado de pescado más grande del mundo y todos teníamos mucha curiosidad en conocerlo. De camino pasamos por la puerta del Kabuki-Sa, el teatro dedicado al Kabuki (típica representación Japonesa) pero solo nos detuvimos, no eran horas, a hacer un par de fotos a su singular fachada.
Un atún gigante nos anunció que ya estábamos en Tsukiji. El tráfico lleno de pequeños utilitarios, motos y furgonetas, el día gris y lluvioso, los puestos pegados unos a otros, llenos de luz y pescado me trasladaron a mi, cinefilo como soy, a un ambiente totalmente cercano al de Blade Runner. Faltaban la música de Vangelis y la apostura de Harrison Ford en aquella película.
Los ojos de los 6, y eso que acabábamos de desayunar, se nos abrieron como platos al ver lo que se ofrecía en los puestos que están justamente delante de la lonja donde se comercializa el producto. Cientos de puestos, unos pegados a otros en las que vimos cosas que difícilmente veremos en otro mercado del mundo. Mi creciente preferencia según pasan los años hacia el pescado sobre la carne, me tuvieron alerta todo momento y hasta tuve ganas, sin hambre, de probar las cosas que se me ofrecían. Por cierto, Japón es el país más limpio en el que he estado, puedes comer en el suelo, de verdad, es de una limpieza exagerada. Tokio es una ciudad de 13 millones de habitantes y ya quisiera mi adorada Madrid, con solo 3, estar la mitad de aseada. El mercado, con todo lo cochambroso que parece ser en las fotos, no era una excepción.
Insisto en que tanto nos gustó el lugar que hicimos tiempo pateando la ciudad para volver a comer allí, y vaya si comimos. Volvimos a experimentar eso de subir a un segundo piso para ver que se nos ofrecía y encontramos un pequeño restaurante con poquitas mesas en el que, como ya habíamos hecho otras veces, tuvimos que quitarnos el calzado y sentarnos a la japonesa sobre un tatami. El restaurante era el A-B-C de lo que entendemos por cultura culinaria del Japón. Sencillo, sin apenas decoración, con espacios reducidos, silencio y aspecto espartano pero delicado a la vez. Después de 10 días en Japón pudimos probar por primera vez un SUSHI, así, en mayúsculas.
Soy fanático de este tipo de comida, que ya he comentado, no es lo que comen los japonese todos los días. No podía ser más fresco, del mercado a la barra, pudimos ver como nos lo hacían en el momento. Se nos deshacía en la boca, el sashimi de atún marinado con limón, y eso que yo soy más de maki, era la estrella de la tabla. Hay momentos que quedan asociados a un viaje que son más fuertes que otros. Ese momento con Josema, Sonia, Javier, Pilar y Pedro es el momento que yo he elegido como más emocionante del viaje. Un experiencia inolvidable, era como cuando quieres algo con todas tus fuerzas y lo consigues. Quería conocer Japón, quería patear las calles de Tokio, quería comer Sushi, todo lo conseguí y, además, conseguí unos amigos, que el tiempo dirá, pero estarán vinculados a mi para siempre, que para eso nos hemos hecho unas fotos que quedaran para siempre jamás. Ya me encargaré yo.
Cuando salimos de comer, a una pequeña terraza exterior, parecía que los farolillos y los carteles los habían puesto por nosotros. Siento ponerme cursi, pero es una licencia que me permito, me acordé de todos los que se hubieran vuelto locos aquí. El viaje podía haber acabado en ese momento y yo ya me habría dado por satisfecho, pero no fue así.
Nos quedaba la tarde y la noche, y no las íbamos a desperdiciar. Desde el mercado tomamos el metro, ya eramos expertos, para ir a Akihabra, el lugar donde se encuentran los comercios de electrónica y también del manga.
Akihabara nos sorprendió más por los colores, la actividad, los locales y los dibujos que por la tecnología en sí. Lo digo porque aunque vimos mucha no nos pareció ningún chollo asi que ninguno picamos. Lo que si nos encantó fue perdernos dentro de galerías llenas de comercios vendiendo todo lo que se puede vender en tecnología. Hay tanto que ver, tanto en que fijarse que me extraña que no acabara con un terrible dolor de cuello de tanto girar la cabeza.
La electrónica convive con el manga, así se pueden encontrar cientos de locales dedicados a este arte. Pudimos entrar en tiendas que vendían cómics, figuras y videojuegos y debo reconocer que aquí si estuve tentado a picar, pero me contuve. Sentí cierta envidia de los aficionados al cómic en Japón, esta tan metido en su cultura que es fácil de encontrar en cualquier lugar. Hay mangas muy blancos, los hay apocalípticos, realistas y, de los que más triungan, los algo subiditos de tono sin llegar a ser Hetai (porno). Mirad la ilustración de las muchachitas de aquí abajo, deben de tener un terrible dolor de espalda….
En esta zona vimos uno de los famosos Maid Cafes, un fenómeno en japón dirigido al publico masculino. En estos bares las camareras, vestidas de una manera muy sexy y al estilo manga, tratan a los hombres como si ellas fueran sus sirvientas, ellas además de servir pueden jugar contigo, contarte un cuento y las hay que te pueden hasta abofetear. Cuando Reiko nos lo había contado días antes, los ojos se me salían de las órbitas. Vimos a una de las chicas repartiendo publicidad, pero no, no entramos. A lo que si entramos fue, en parte porque se puso a llover y en parte porque queríamos ver lo que había dentro después de ver entrar a un travesti con braquets y peluca verde, a un Sex Shop. Como este es un blog de esos que no están limitados en edad omitiré lo que vi allí. Japón, es realmente el lugar del mundo donde hay de todo, absolutamente DE TODO.
Nos perdimos buscando un Starbucks pero cuando lo encontramos…uf, ese café imposible de estos locales paradigma de la globalización, nos supo a gloria. El último tramo de la tarde lo pasamos paseando por la zona noble de Ginza, donde están todas esas tiendas que son comunes en todas las ciudades del mundo con cierto caché. Bulgary, Gucci, Prada, Armani, Louis Vuitton, etc…No negaré que son espectaculares, pero conocidas las originales de Paris o Milan, que queréis que os diga, el asombro va a menos.
Por momentos pensé que estaba en la Quinta Avenida y que en una esquina me iba a encontrar el Moma, porque este calle es calcada a la famosa avenida de Manhatan. Solo me impactaron dos cosas una juguetería y una tienda de ropa. La tienda me la había recomendado mi amigo Gonzalo, se llama Uniqlo y busca local para establecerse en Madrid. La juguetería me llamo la atención porque, de verdad, la de dinero que da Star Wars en el país nipón…nunca había visto tantos productos de la franquicia galáctica.
Para la noche nos quedo Shinjuku, una de las zonas con más vida noctura de la capital. Allí cenamos y tomamos una copa en ¡un irlandes! Al margen de las anécdota, cuando me bajé del metro me di cuenta de una cosa. En Tokio todo es más grande, más espectacular. Nueva York tiene un Times Square…Tokio tiene por lo menos 5 lugares con tanta luz y gente como la plaza más famosa del mundo. Es algo alucinante.
Fue nuestra última noche en Tokio y también en Japón. La última vez que vi sus espectaculares luces y su viva nocturnidad. Un lugar, si no estuviese tan lejos, para volver siempre. Ya solo quedan un par de entradas sobre el viaje y me está dando bastante pena acabar este relato..¡Lo he pasado tan bien!.
Lección del dí : No importa todo lo que sepas, o creas saber, sobre el sexo. Siempre hay algo nuevo que te va a sorprender. No, no todo está inventado.